La Navidad es una época del año que se relaciona con momentos felices que tienen que ver con reencuentros con familiares y amigos, comidas especiales, decoración mágica, regalos… Sin embargo, la realidad es que estas fechas producen sentimientos muy diferentes dependiendo de la persona, es tan "amada" como "odiada".
Desde la Asociación AISS Salud Mental, que trabaja desde hace más de veinte años con personas con problemas de salud mental, aseguran que la idealización de la Navidad como "la fecha más bonita del año" puede producir sentimientos de desamparo, soledad y frustración.
La Navidad puede ser una época de reflexión en la que muchas personas se plantean si están haciendo bien las cosas, si han tomado las decisiones correctas, si son felices, etc. El reencuentro con familiares y amigos o la falta de contacto con ciertas personas en estas fechas pueden producir frustración, por esperar demasiado de alguien, o soledad, por echar de menos a un ser querido o a alguien con quien se han cortado relaciones.
"Experimentar emociones forma parte de la naturaleza humana, sea la época que sea. La tristeza por la pérdida de un ser querido puede experimentarse en cualquier momento, sin embargo, lo que hace que la Navidad destaque sobre otras etapas, son las expectativas que nosotros le damos y las imposiciones que erróneamente nos adjudicamos: "tengo que estar feliz", lo que genera frustración, ansiedad, ira… Recordamos nuestra época infantil mágica con nostalgia y nos aferramos tanto a los recuerdos que las emociones se magnifican. Es importante por tanto saber reconocerlas, expresarlas, hablar sobre lo que nos pasa. De esa manera le daremos significado a nuestro estado de ánimo y conseguiremos sentirnos algo mejor", afirma Paula Cuesta, psicóloga de la asociación.
Hay varias situaciones concretas relacionadas con estas fechas que producen un estrés que puede controlarse:
Las grandes reuniones: el exceso de socialización, sobre todo si no es habitual durante el resto del año, puede producir sensaciones de agobio y presión sobre las personas. En estos casos lo más recomendable es distanciarse del grupo y relajarse con actividades más "solitarias": hacer deporte, leer, escuchar música, dar un largo paseo…
Los regalos: las dudas, la insatisfacción, el miedo a fallar y la inestabilidad económica producen sensaciones de frustración a la hora de comprar regalos y se pierde el disfrute. En estos casos, recomiendan racionalizar los pensamientos, recordar que los regalos no demuestran el afecto y valorar el resto de momentos que nos regalan las personas.
Las comidas: el exceso de comida puede producir, además de malestar físico, también malestar emocional, en tanto en cuanto que las personas pueden sentir culpabilidad por una dieta poco adecuada o por un gasto desmesurado. En estos casos la recomendación pasa por tener control sobre la situación, tanto a la hora de comprar, como a la hora de comer, disfrutar de los alimentos tradicionales de las fechas pero sin excederse, pensando de forma racional en el desperdicio de comida ¡y en la indigestión!
"Para disfrutar de las fiestas trabajemos la actitud positiva, haciendo lo que nos haga más felices, aunque no sea lo que está establecido, alejémonos de las obligaciones y presiones, seamos empáticos, evitemos temas que generen conflicto, y mantengamos el entusiasmo que nos marcamos en nuestros objetivos el resto del año", termina Ana Villota, directora y fundadora de la asociación.