Volver a reconocerse en el espejo es posible con servicios como la Unidad de Parálisis Facial Periférica del Hospital Universitario Rey Juan Carlos

Diagnóstico precoz y tratamiento individualizado de la parálisis facial periférica

La causa de este tipo de parálisis facial condiciona su evolución, siendo la primaria la más frecuente y la de mejor pronóstico

Pocas cosas pueden impresionar y asustar más que mirarse al espejo y no reconocerse. No poder elevar la ceja, tener dificultad para cerrar y guiñar el ojo, soplar o silbar, no encontrar ciertas arrugas de la frente que conocíamos de memoria, perder la fuerza al cerrar el labio o sentir la cara flácida sin movimiento… Son síntomas de parálisis facial, enfermedad que afecta a la musculatura facial, unilateral o bilateralmente, produciendo no sólo una afectación de la funcionalidad, sino una importante deformidad, y que puede ser central, cuando se conserva la movilidad frontal, o periférica (PFP), si afecta a la musculatura facial superior e inferior.

Un problema que pueden sufrir entre 15 y 35 personas por cada 100.000 habitantes y año, que debe ser abordado de forma compleja y multidisciplinar, siendo difícil de prevenir, pero pudiendo en cambio recuperarse con buena evolución gracias a un diagnóstico precoz y un tratamiento individualizado. Hacerlo en un servicio especializado como la Unidad de Parálisis Facial Periférica del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, que desde su puesta en funcionamiento hace ahora un año se ha consolidado como referencia en la región en esta patología, es igualmente clave para lograr resultados positivos.

Y es que dos de las particularidades diferenciales de esta unidad, dirigida por las doctoras Lorena Pingarrón y Laura Garrido, especialistas de los servicios de Cirugía Maxilofacial y Otorrinolaringología del hospital mostoleño, respectivamente, son su alto nivel de especialización -ambas se han formado en las técnicas quirúrgicas más vanguardistas y con los mayores expertos mundiales en esta área- y su elevada multidisciplinariedad, ya que la unidad está también integrada por los especialistas de los servicios de Oftalmología, Radiología, Neurofisiología y Rehabilitación/Fisioterapia del centro.

Causas y tratamientos

Junto a estas características, la etiología responsable de la PFP, es decir, su causa, también es un elemento importante a la hora de pronosticar su evolución. Y es que, si bien ésta puede ser secundaria a cuadros neurológicos (ictus, esclerosis múltiple…), otológicos (colesteatoma, entre otros), infecciosos (herpes zoster, varicela, rubeola, VIH, etc), sistémicos (leucemia, enfermedades autoinmunes…), sindrómicos, neoplásicos (diferentes tipos de tumor) o traumatológicos, "la forma más frecuente de PFP es la primaria o idiopática, de causa desconocida -aunque la viral (virus herpes simple tipo 1) es la más vinculada-, y también la de mejor pronóstico", indica la Dra. Garrido.

En este último caso, añade la Dra. Pingarrón, el abordaje suele ser médico, con la prescripción de corticoides, antivirales o antibióticos y, "si su administración de inicia de forma precoz y adecuada, este tipo de parálisis facial se resuelve muy bien, detectándose mejoría a las tres semanas de tratamiento en un 90 por ciento de los casos".
La otra opción, cuando no hay mejoría en ese plazo de tiempo, se producen episodios recurrentes o se sospecha PFP secundaria, es el abordaje quirúrgico, siempre electivo y en el que se asocian diferentes técnicas de reinervación para tratar en primera instancia el nervio facial y, si no hay evolución positiva, después el músculo al que afecta la parálisis. La recuperación tras la cirugía puede pasar de un grado máximo de parálisis (grado VI) a un grado II-III y su resultado no es inmediato, ya que "los nervios tardan mucho en regenerarse, pero los pacientes están muy satisfechos", aseveran ambas especialistas, que recuerdan que tanto la estrategia farmacológica como la quirúrgica deben completarse con un tratamiento rehabilitador que, pese a ser largo, resulta fundamental y necesario.

La Unidad de Parálisis Facial Periférica que co-dirigen las doctoras Pingarrón y Garrido recibe actualmente un par de casos nuevos cada semana, "afortunadamente, cada vez en un estadio más precoz gracias a que los facultativos de Atención Primaria, Urgencias y Neurología detectan más y mejor estos casos", dice la cirujana maxilofacial. Y es que, como apostilla su colega otorrinolaringóloga, "si la parálisis se trata antes de los dos años de evolución, los resultados son mucho más prometedores".

Todo un mensaje en positivo para quienes se decidan a luchar por recuperar la imagen del espejo que un día tuvieron y que, con paciencia y en manos especializadas, puede ser, al menos en gran parte, una realidad.

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