La cirugía robótica ha demostrado sus ventajas en el aumento de la seguridad clínica para los pacientes, ya que reduce de un modo sustancial los riesgos y las complicaciones asociadas a los procesos quirúrgicos. De acuerdo con los datos publicados por la Agencia para la Investigación Sanitaria y Calidad, del Departamento de Salud de Estados Unidos en 2016, en Patient Safety Network, el abordaje quirúrgico robótico ya está aportando más seguridad en los procesos en los que está más extendido en términos de mayor seguridad.
"La cirugía robótica será la indicación quirúrgica estándar para la mayoría de los procesos quirúrgicos en un futuro muy cercano. Ahora mismo, en Estados Unidos, la cirugía más indicada y realizada por vía robótica es la hernia inguinal, que es un procedimiento relativamente sencillo. Esto nos indica que los hospitales con mayor volumen del mundo ya han incorporado la robótica como el abordaje estándar porque añade más seguridad", explica el Dr. Javier Álvarez, del Servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.
El Dr. Pablo Anchústegui, jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva del centro, está liderando la incorporación de la cirugía robótica a los procedimientos más complejos: bypass gástrico, gastrectomías parciales, esofagectomías distales y cirugía de cáncer de recto. "Hasta el momento, en los últimos 6 meses hemos realizado 13 intervenciones robóticas en pacientes con situaciones clínicas complejas y hemos obtenido un éxito clínico total. Estamos convencidos de que la cirugía robótica representa un salto de calidad, del mismo modo que la cirugía laparoscópica superó los resultados de la cirugía abierta. Es una ola imparable y nosotros preferimos subirnos a la ola en lugar de vernos arrastrados por ella. La cirugía robótica nos permite ofrecer a nuestros pacientes una alternativa más segura y con abordajes muy complejos para proporcionarles una solución efectiva a su problema de salud".
Los dos especialistas coinciden en que la cirugía robótica no es una moda pasajera. Su introducción tuvo lugar en el año 2000 y con casi 20 años de recorrido, tanto la tecnología como el conocimiento de los profesionales han experimentado un crecimiento vertiginoso.
Esta nueva versión incorpora un visor 3-D de alta definición con zoom y enfoque automático, lo que permite al cirujano identificar con mucha nitidez estructuras muy pequeñas, lo que redunda en mayor capacidad para realizar cirugías mucho más precisas y con menos riesgo de daño a tejidos próximos al área intervenida.
Además, el nuevo equipo cuenta con un sistema de visión fluorescente que, tras la inyección intravenosa de una sustancia (verde de indocianina) permite ver la vascularización de las estructuras. Esto se traduce en un mayor margen de seguridad al extirpar, por ejemplo, un tumor, ya que se puede ver perfectamente iluminado. "Es un salto de calidad muy importante, ya que el riesgo de dañar un tejido sano es mucho menor y la efectividad clínica se multiplica", ha añadido el Dr. Anchústegui.