La alimentación sigue siendo uno de los factores que determinan el riesgo cardiovascular. Según ha destacado la Dra. Teresa Padró, investigadora del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICCC), en las XVI Jornadas nacionales de nutrición práctica, "la dieta mediterránea no solo contribuye a la prevención de las patologías cardiovasculares, sino también a la protección de un nuevo evento cardiovascular".
Por otro lado, según se desprende de los resultados de un proyecto sobre dieta y riesgo de enfermedades cardiovasculares en España, que desde la década de los 80 hasta la actualidad pretende dar a conocer los hábitos alimentarios de la población española y analizar su relación con la mortalidad cardiovascular, hoy en día aún la sociedad española se mantiene alejada de las recomendaciones dietéticas. Aunque sobre todo entre la población adulta se sigue el patrón de la dieta mediterránea, este patrón aparece menos arraigado en la población adolescente.
Mantener una buena alimentación y combinarla con la práctica de ejercicio físico es fundamental para prevenir la obesidad y el sobrepeso. Establecer unas buenas pautas alimentarias y de ejercicio físico permitirá establecer unos hábitos saludables que se mantendrán en la edad adulta. Sin embargo, este camino no es fácil ya que, tal y como ha afirmado la Dra. María Dolores Cabañas, especialista en aparato digestivo, "la adolescencia se considera un periodo crítico en la adquisición y configuración de hábitos alimentarios y de un estilo de vida saludable para el futuro".
La obesidad infantil y juvenil es un problema de salud pública cuyo control pasa necesariamente por la prevención y la educación nutricional. Según indican los expertos, el mejor tratamiento para la obesidad infantil es la prevención. Esta prevención debe iniciarse por el pediatra desde la infancia, a través de la promoción de unos hábitos de vida saludables que incluyan una dieta sana y la realización de actividad física de forma regular.