La deshidratación es un problema que atañe principalmente en verano sobre todo si se realiza ejercicio físico, debido a la inadecuada ingesta de líquidos. Este desnivel puede elevar la temperatura corporal central y elevar la tensión en el sistema cardiovascular, causando un golpe de calor
El equilibrio entre el agua y las sales minerales en el organismo está estrechamente regulado. En el control de la ingesta y la eliminación de agua intervienen varios mecanismos, el riñón y el hipotálamo. La Dra. Julia Álvarez, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explica que "aunque la hidratación adecuada varíe de unas personas a otras, se recomienda beber unos tres litros de agua para los varones y 2,2 litros para las mujeres".
Según las recomendaciones del Instituto de Medicina de Estados Unidos, el 80% de las necesidades de hidratación se obtienen a través de la ingesta de agua y el 20% restante del consumo de alimentos. La Dra. Álvarez puntualiza que las frutas como la sandía y el melón pueden aportar al cuerpo hasta el 25% del agua que necesita el cuerpo.
En época estival, las altas temperaturas y el incremento de la actividad física al aire libre implican que se deba tener un mayor cuidado con la cantidad de agua que se ingiere, ya que el reemplazo inadecuado de líquidos corporales puede provocar un golpe de calor.