El embarazo o la gestación se inicia con la fecundación de un óvulo (gameto femenino) por un espermatozoide (gameto masculino), lo que da lugar a la formación de un embrión. Esto es lo normal o habitual, pero también puede ocurrir que un óvulo fecundado por un espermatozoide se divida y dé origen a dos o más embriones idénticos (gemelos monocigóticos), o que la mujer expulse dos o más óvulos maduros y cada uno de ellos sea fecundado por diferentes espermatozoides (gemelos dicigóticos o mellizos). En ambos casos, se produce un embarazo múltiple.
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Una vez iniciado el proceso, el óvulo fecundado anida en el útero de la mujer y allí se va desarrollando durante el periodo embrionario hasta convertirse en feto y, finalmente, llegar el nacimiento. El feto está unido a la madre a través del cordón umbilical y la placenta. El cordón umbilical contiene vasos sanguíneos y la placenta permite al feto respirar, alimentarse y realizar la función excretora. La placenta está llena del líquido amniótico, el cual protege al feto frente a posibles golpes, regula su temperatura y facilita el crecimiento del feto y que pueda moverse libremente.
Normalmente, el embarazo dura alrededor de 40 semanas a contar desde el primer día de la última menstruación.
Periodo preembrionario
Ocupa las dos primeras semanas del embarazo. En este periodo tiene lugar la fecundación del óvulo por un espermatozoide en las trompas de Falopio, lo que da lugar al cigoto, que comienza a dividirse en 8, 16, 32 y hasta 64 células y da lugar a la mórula (una especie de bola en forma de mora). A partir de aquí, el cigoto evoluciona y adopta la forma de un balón hueco, conocido como blástula. Alrededor de una semana más tarde, el óvulo fecundado se desplaza hasta el útero, se adhiere a su pared y comienza un proceso que dará lugar al embrión.
Durante este periodo, la embarazada no nota ningún cambio externo. Sin embargo, los cambios hormonales, que se producen con la fecundación, pueden dar lugar a sensación de fatiga, causar sueño, y también náuseas, mareos y vómitos, incluso pérdida de apetito y acidez de estómago.
Periodo embrionario
Ocupa el tiempo comprendido entre la tercera y la octava semanas. Durante la tercera y la cuarta comienza a formarse la médula espinal y a diferenciarse la cabeza del feto, y hacia el final de este primer mes ya comienza a latir el corazón. Entre la quinta y la octava semanas del embarazo van formándose los rasgos faciales y los brazos y las piernas.
Periodo fetal
Comprende el periodo que va de la novena a la cuadragésima semanas del embarazo; es decir, del tercer al noveno mes. En esta etapa, el embrión pasa a denominarse feto.
En el tercer mes ya puede escucharse el corazón del feto. La embarazada ha de tener en cuenta que en este primer trimestre es mayor el riesgo de sufrir un aborto espontáneo o natural no provocado.
A las 16 semanas, ya puede observarse el sexo del feto. A las 20 semanas, la futura madre siente los movimientos del feto y éste ya lleva a cabo de forma regular las actividades de sueño, succión y pataleo, y sus manos pueden agarrar; igualmente, adopta dentro del útero la posición más cómoda para él. Su cuerpo se cubre de una fina capa de grasa, conocida como vérmix, y también de un fino vello llamado lanugo. Aparece el pelo en su cabeza, cejas y pestañas. Su cerebro se desarrolla a gran velocidad y casi todos sus órganos vitales están ya desarrollados y algunos comienzan a funcionar.
A las 24 semanas, el feto pesa alrededor de 780 gramos y su actividad ha ido claramente en aumento.
Cuando se cumplen las 28 semanas de embarazo, el feto ya abre y cierra los ojos y su tamaño es dos tercios del que tendrá al nacer.
A las 32 semanas, se habrá acumulado la grasa por debajo de la piel del feto y habrá desaparecido el vello (lanugo) que la cubría. A partir de este momento, sus huesos se van haciendo más sólidos, salvo los de la cabeza, que se mantienen más blandos para facilitar el parto, y sus pulmones adquirirán su desarrollo completo en las siguientes semanas.
Entre las semanas 38 y 40, el feto ocupa todo el útero y su cabeza se encaja en la pelvis. Ya está preparado para nacer.