Se trata de un grupo de vitaminas, minerales, colorantes naturales y otros compuestos de vegetales y enzimas que bloquean el efecto perjudicial de los denominados radicales libres. La mayoría de los antioxidantes se encuentran en alimentos vegetales, lo que explica que incluir frutas (naranjas, kiwis), legumbres, verduras y hortalizas (zanahoria, tomate, pimientos) o cereales integrales en nuestra dieta sea tan beneficioso.
La respiración en presencia de oxígeno resulta esencial en la vida celular de nuestro organismo, pero como consecuencia de la misma se producen unas moléculas, los radicales libres, que ocasionan a lo largo de la vida efectos negativos para la salud por su capacidad de alterar el ADN (los genes), las proteínas y los lípidos.
Hábitos tan comunes como el tabaquismo, el consumo de dietas ricas en grasas y la sobreexposición a las radiaciones solares, así como la contaminación ambiental, aumentan la producción de radicales libres.
Los niveles bajos de antioxidantes o la inhibición de las enzimas antioxidantes causan estrés oxidativo y pueden dañar o matar las células. El estrés oxidativo ha sido asociado a la patogénesis de muchas enfermedades, y es por esto que el uso de antioxidantes en farmacología se estudia de forma intensiva, especialmente como tratamiento para el ictus y las enfermedades neurodegenerativas.
Los antioxidantes también son ampliamente utilizados como ingredientes en suplementos dietéticos con la esperanza de mantener la salud y de prevenir algunas enfermedades como el cáncer. Aunque algunos estudios han sugerido que los suplementos antioxidantes tienen beneficios para la salud, otros grandes ensayos clínicos no detectaron ninguna ventaja para las formulaciones probadas.