La discapacidad es la consecuencia de la interacción entre la persona y su entorno y, con apoyos apropiados, que corrijan las limitaciones, se capacita a la persona con discapacidad para participar en la comunidad.
El deporte es un aspecto importante de la vida de las personas. No es solo una actividad recreativa sino que es parte sustancial de una vida sana y equilibrada.
El entrenamiento continuado de las personas con discapacidad va a mejorar su desarrollo físico, intelectual, emocional y social.
Capacitar a la persona para ser autosuficiente es mejorar su calidad de vida. Ya se ha recorrido un largo camino hacia la inclusión social de los discapacitados que empieza a ser una realidad, pero queda mucho por hacer, puesto que las personas con discapacidad tienen todavía menos oportunidades de participación en los distintos ámbitos de la sociedad.
El deporte favorece el bienestar físico, emocional y social, ya que incrementa la autoestima y favorece la interacción social y la adquisición de habilidades, con lo cual se mejora la salud.
En la Declaración de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 se establece el derecho a la no discriminación, el derecho al trabajo, el derecho a la educación y el derecho a participar en actividades deportivas y recreativas. Sin embargo, el acceso de las personas discapacitadas a las actividades físico-deportivas normalizadas no es una realidad.
La discapacidad ha sido una excusa habitual para mantener una escasa actividad física. Las actividades deportivas parecían imposibles. Las personas con discapacidad permanecían sedentarias con actividades recreativas como ver la televisión, escuchar música o leer. Hoy en día el deporte para las personas discapacitadas es una realidad, pero todavía existen barreras para el ciudadano medio.
En la Unión Europea, el 61 % de las personas con discapacidad grave y el 35 % de las personas con discapacidad moderada son sedentarios frente a un 22 % entre las personas sin discapacidad. La personas con discapacidad presentan una mayor prevalencia de trastornos cardiovasculares, mayores tasas de sobrepeso, obesidad y diabetes, y el deporte es fundamental para su salud y su calidad de vida. Los efectos de protección que tiene el deporte sobre las enfermedades crónicas es indiscutible.
Es necesario conseguir una práctica deportiva regular como medio para mantener, mejorar y potenciar las capacidades de cada deportista sea o no una persona con discapacidad. Para ello, se deben eliminar barreras y facilitar el acceso al deporte como un derecho más del individuo.
El entrenamiento continuado de las personas con discapacidad va a mejorar su desarrollo físico, intelectual, emocional y social. El deporte, en este caso, debe adaptarse a las habilidades del deportista y deben atenderse sus inquietudes, sugerencias y demandas.
La inclusión de las personas con discapacidad en la práctica deportiva durante el siglo XX constituye un acontecimiento médico social de primer orden. La primera Olimpiada de personas con discapacidad se celebró en Roma en 1960. Posteriormente, durante las Olimpiadas de Barcelona y por presiones del Comité Olímpico Internacional (COI), pasaron a denominarse Juegos Paralímpicos, lo cual no es la mejor definición para potenciar la integración. Estos juegos se han constituido en una plataforma muy importante para el desarrollo personal y social de los discapacitados.