Los problemas de salud relacionados con la actividad laboral o con el entorno laboral y el puesto de trabajo forman parte de una problemática que preocupa tanto a los trabajadores como a los empresarios. Muchas personas deben consultar al médico por dolencias relacionadas con su labor profesional y estos problemas inciden directamente en la productividad y en el absentismo laboral.
Por ello, optimizar la actividad laboral en un entorno sano es una apuesta prioritaria para el mundo actual.
Las enfermedades profesionales forman parte de estas dolencias del trabajo y, en ocasiones, estas dolencias atraviesan las paredes de las fábricas y de las minas y acaban afectando a las poblaciones de las ciudades o pueblos cercanos. Este es el caso de los afectados por el amianto.
Otro caso diferente sería el del síndrome de desgaste profesional por el trabajo, que aún no se ha podido tipificar como enfermedad profesional, pero que sí se tiende a considerar como un accidente laboral por patología psíquica, causada por el ejercicio del trabajo.
Las autoridades en seguridad y salud de los estados miembros de la Unión Europea han identificado el estrés relacionado con el trabajo como uno de los riesgos emergentes más importantes, debido a la forma de vida actual que somete al trabajador a un nivel alto de presión.
El llamado síndrome del trabajador quemado o burnout es un problema de salud laboral del que no se conocen aún las causas y, por tanto, no se han podido encontrar soluciones adecuadas para reducir los efectos negativos tanto para los trabajadores como para las empresas. En España, el burnout afecta a más de un tercio de los médicos españoles y, desde el año 2002, el Instituto de Estudios Laborales de Esade lidera estudios sobre cómo afecta este problema a los profesionales que trabajan en el sector de salud. La finalidad de estos estudios es conocer las diferencias y similitudes del problema del burnout en distintos entornos sociales y culturales, con el propósito de actuar para prevenir y solucionar este riesgo laboral y prevenirlo .
Para prevenir este nuevo riesgo emergente se deben mejorar las herramientas diagnósticas para intervenir antes de que surja una enfermedad grave o de que el burnout desemboque en suicidio. En el Instituto de Estudios Laborales de Esade están probando nuevas herramientas de diagnóstico que van a poner en práctica con la ayuda de una empresa de informática, a fin de desarrollar una herramienta on-line (software) para que las empresas sean capaces de detectar y localizar los riesgos psicosociales antes de que las personas sean víctimas del burnout .
Entre los problemas que se pueden encontrar con el diseño de los puestos de trabajo, un problema típico viene representado por las patologías derivadas de la postura en el trabajo y, en este sentido, trabajar sentado no está exento de riesgos y las consecuencias de una gran cantidad de horas en esta posición afectan cada vez a más personas.
Según los resultados de la VI Encuesta Nacional de Condiciones deTrabajo (2007), casi un 30% de los trabajadores afirman trabajar sentado, ya sea sin levantarse casi nunca (17,2%) o levantándose frecuentemente (12%). En comparación con los resultados de la III Encuesta (1997), se aprecia que el porcentaje de personas que trabajan sentadas sin levantarse casi nunca se ha incrementado en cuatro puntos en los últimos años. Permanecer sentado durante largo tiempo provoca una contracción muscular mantenida que ocasiona la compresión continua de los vasos sanguíneos, provocando que el músculo no reciba el aporte de oxígeno y glucosa necesarios, lo que dificulta la eliminación de residuos celulares y provoca un nivel de fatiga que obliga a interrumpir la tarea. La reducción de la actividad en ciertos músculos a causa de la inmovilidad produce una compresión constante sobre los discos intervertebrales, lo cual incrementa la probabilidad de sufrir trastornos musculoesqueléticos en el cuello, la espalda dorsal y la zona lumbar.
Se debería considerar la posición sentada prolongada como un riesgo para la salud de los trabajadores y se deberían desarrollar nuevos diseños en los puestos de trabajo que fuercen a la adopción de posturas corporales variadas. Por otra parte, es necesario que la empresa favorezca la alternancia de tareas y funciones y la posibilidad de organizar el tiempo y las pausas. Las tareas, que se realicen, deben ser variadas para que el trabajador no tenga que desarrollar su trabajo únicamente en posición sentada. De manera que, por cada 40 ó 50 minutos en posición sentada, se debería realizar alguna otra tarea de pie o caminando, al menos durante diez minutos.
También la prolongación de las jornadas laborales implican ciertos riesgos y, así, se puede afirmar que trabajar más de 45 horas semanales aumenta el riesgo de ataque al corazón. Según un estudio danés, los hombres de entre 40 y 59 años, que no están en forma y trabajan más de 45 horas a la semana, presentan el doble de probabilidades de morir de un ataque de corazón que aquellos que tienen una jornada laboral más reducida.
La investigación ha sido publicada en la revista médica Heart y concluye que trabajar horas extra daña la salud cardiovascular y provoca un aumento de las pulsaciones y de la presión sanguínea.
Para la investigación, realizada por el Centro Nacional de Investigaciones de Dinamarca, se midieron durante 30 años los niveles físicos y de salud cardiovascular de 5.000 hombres daneses de entre 40 y 59 años que trabajaban en 14 compañías diferentes.
El estudio muestra que los hombres de mediana edad tienen que mantenerse físicamente en forma mediante actividades de intensidad moderada, como pasear, montar en bicicleta o incluso hacer jardinería o bricolaje.
Existen, por otra parte, patologías crónicas, como la migraña, que inciden directamente en el mundo laboral, siendo esta enfermedad un desorden neurológico crónico y debilitante que causa discapacidad y cuya principal consecuencia es un rendimiento laboral por debajo del 50%.
El principal factor predisponente, en la aparición de migraña, es genético y recientes estudios determinan la obesidad, los trastornos del sueño o el estrés, el abuso de medicación o la cafeína, la ansiedad o las frecuentes visitas médicas, como los principales factores no genéticos desencadenantes de la aparición de esta enfermedad.
Los nuevos tratamientos, como la toxina botulínica o "botox", han conseguido mejorar la calidad de vida de uno de cada dos pacientes que no habían respondido a otros tratamientos.
Los nuevos tratamientos, como la toxina botulínica o "botox", han conseguido mejorar la calidad de vida de uno de cada dos pacientes que no habían respondido a otros tratamientos.
Se inyectan 15-30 puntos pericraneales de toxina botulínica tipo A cada tres meses, careciendo este tratamiento de efectos secundarios y siendo compatible con el resto de los tratamientos.
España carece de la red necesaria de centros médicos para un adecuado tratamiento de estos pacientes, siendo necesaria la consulta al neurólogo para que realice un diagnóstico más preciso. Sólo con un tratamiento adecuado y la supervisión de un neurólogo, el paciente conseguirá mejorar su calidad de vida y llevar una vida normal.
Finalmente, es esencial cuidarse durante la jornada laboral para mejorar el rendimiento y, en este sentido, una incorrecta hidratación implica la pérdida de concentración y un menor rendimiento en el trabajo.
La hidratación es muy importante y también lo es en el lugar de trabajo. Sufrir deshidratación durante la jornada laboral produce pérdida de concentración, un menor rendimiento cognitivo e, incluso, aumento del riesgo de poder sufrir accidentes laborales.
Sólo la mitad de la población de España está correctamente hidratada y estudios recientes han demostrado la existencia de niveles de hidratación deficientes en el trabajo. Es necesario promover su consumo y, especialmente, favorecer la ingestión de un agua segura bacteriológicamente y de composición constante.
Cualquier actividad incrementa la producción de calor por parte del organismo de forma proporcional a la intensidad de ésta, y los mecanismos de pérdida del calor que se generen supondrán una pérdida proporcional de agua y sales.
El organismo puede resistir una deshidratación de hasta el 10% en el contenido de agua. Por encima de este porcentaje, la deshidratación comienza a ser peligrosa. Una privación prolongada de agua puede llegar a provocar un coma y la muerte del individuo en casos de deshidratación intensa.
Se recomienda habitualmente consumir, aproximadamente, un litro de líquido por cada 1.000 kcal gastadas en la actividad laboral. En verano, se recomienda tomar de 0,6 a 1 litro por hora, o bien 250 mL cada 20 minutos, aunque esta ingesta variará en función de la actividad concreta a desarrollar. También es básico e imprescindible llegar al lugar de trabajo bien hidratado antes de empezar la jornada laboral.
El principal problema para la hidratación en las oficinas se encuentra en la falta de acceso al agua, siendo necesario colocar fuentes con fácil acceso.