Se denomina enfermedad profesional a aquella un trabajador por cuenta ajena adquiere en el puesto de trabajo o en el desempeño de su actividad laboral y está tipificada como tal en la legislación laboral.
A efectos legales, en países como Españase se conoce como enfermedad profesional aquella que, además de tener un origen laboral, está incluida en la lista oficial publicada por el Ministerio de Trabajo, dando, por tanto, derecho al cobro de las indemnizaciones oportunas.
Para catalogar como profesional a una enfermedad, es imprescindible que existan elementos básicos que la diferencien de una enfermedad común:
- Que el trabajo se haga "por cuenta ajena". Excluye por tanto a los trabajadores/as autónomos, aunque se incluye a los trabajadores/as agrarios por cuenta propia.
- Que sea a consecuencia de las actividades que se especifiquen en el cuadro de enfermedades profesionales. Es un cuadro limitado, con un listado cerrado. No obstante, las enfermedades profesionales que no se encuentren reflejadas en el mismo pueden quedar incluidas en el concepto de accidente laboral.
- Que proceda de la acción de sustancias o elementos que en el cuadro de enfermedades profesionales se indiquen para cada enfermedad.
La lista española de enfermedades profesionales desglosa seis grupos de enfermedades según su causa:
- Enfermedades causadas por agentes químicos.
- Enfermedades causadas por agentes físicos.
- Enfermedades causadas por agentes biológicos.
- Enfermedades causadas por inhalación de sustancias no comprendidas en otros apartados.
- Enfermedades de la piel causadas por agentes no comprendidos en otros apartados.
- Enfermedades causadas por agentes carcinógenos.
Al margen de las enfermedades tipificadas como tales en España, abordamos a continuación algunas de las enfermedades profesionales de mayor incidencia:
Enfermedades osteomusculares
La principal fuente de enfermedades profesionales corresponde a la exposición de segmentos osteomusculares a daños que provienen de actividades que requieren repetición, fuerza o posturas disfuncionales por periodos prolongados de tiempo.
En el caso de actividades de alta repetición, los músculos asociados no alcanzan una relajación completa, por lo tanto, el nivel de perfusión de las células musculares y los tendones disminuye significativamente, dando lugar a dolor y a la disminución progresiva de la capacidad muscular. La prolongación de esta situación comienza a causar la inflamación de las estructuras afectadas.
Son enfermedades osteomusculares frecuentes:
- La tendinitis: es la inflamación, irritación e hinchazón de un tendón, la estructura fibrosa que une el músculo con el hueso. En muchos casos, también se presenta tendinosis (degeneración del tendón). La tendinitis puede ocurrir como resultado de una lesión, de sobrecarga o de la edad a medida que el tendón pierde elasticidad. Puede ocurrir en cualquier tendón, pero los lugares comúnmente más afectados son el codo, el talón, el hombro y la muñeca. Los síntomas más comunes son dolor y sensibilidad a lo largo de un tendón, generalmente cerca de una articulación, dolor en la noche, y dolor que empeora con el movimiento o la actividad. Para prevenir la tendinitis se recomienda evitar movimientos repetitivos, la sobrecarga de brazos y piernas y hacer ejercicio de manera habitual de modo que se mantengan los músculos en buen tono y flexibles.
- La lumbalgia: es un término para el dolor de espalda baja, en la zona lumbar, causado por un síndrome musculoesquelético; es decir, trastornos relacionados con las vertebras lumbares y las estructuras de los tejidos blandos y discos intervertebrales. Se origina por distintas causas y formas, siendo las más comunes el estrés, el sobreesfuerzo físico y las malas posturas. En su presentación clínica puede ser aguda si dura menos de 4 semanas, subaguda entre 1 y 3 meses, o crónica si dura más de 12 semanas. Cuando es aguda, lo normal es hacer reposo en cama y, en la mayoría de las veces, los síntomas de dolor lumbar muestran una mejora significativa a los días o semanas de su inicio.
Lesiones de codo, muñeca o mano
Las lesiones de codo, muñeca o mano son de las más frecuentes en el ámbito laboral. Algunas de ellas se recuperan con fisioterapia y antiinflamatorios. En algunos casos hay que recurrir a la cirugía.
- Síndrome del túnel carpiano: es un trastorno doloroso de la muñeca y de la mano. El túnel carpiano es un túnel angosto que está formado por huesos y otros tejidos de la muñeca. Este túnel protege el nervio mediano, que proporciona la sensibilidad de los dedos pulgar, índice, mediano y anular. Cuando los tejidos en el túnel carpiano se inflaman, presionan el nervio mediano y hacen que la mano duela o se sienta entumecida. Algunos consejos que pueden ayudar a aliviar el dolor se centrar en hacer descansar la muñeca afectada intentando usar más la otra mano, usar una muñequera para limitar los movimientos de la mano, hacer estiramientos y descansar el brazo sobre almohadas cuando se acueste. En algunos casos puede ser necesaria la cirugía.
- Epicondilitis humeral lateral: inflamación y dolor en el lado exterior (lateral) de la parte superior del brazo cerca del codo. Es posible que se presente un desgarro parcial de las fibras tendinosas, que conectan el músculo al hueso, en la parte exterior del codo. Esta lesión se debe a los movimientos repetitivos de la muñeca o del antebrazo y está clásicamente asociada a la práctica del tenis, de ahí el nombre "codo de tenista". Sin embargo, cualquier actividad que involucre el retorcimiento repetitivo de la muñeca, como usar un destornillador, puede ocasionar esta afección. El objetivo del tratamiento es aliviar el dolor y la inflamación, y puede abarcar entre otros: termoterapia y fisioterapia, inyección local de cortisona y un anestésico, antiinflamatorios no esteroideos e inmovilización del antebrazo y codo con una férula durante 2 ó 3 semanas. Puede ser necesaria la cirugía si el dolor persiste a pesar de los tratamientos no quirúrgicos.
Cáncer laboral
La ocurrencia de cáncer como consecuencia de exposiciones ocupacionales fue reconocida después de la comunicación de Percival Pott en 1775 sobre cáncer de piel en los deshollinadores. Sin embargo, pasó un siglo hasta que los estudios se extendieron al alquitrán de carbón y a los aceites minerales.
La proporción exacta de casos de cáncer atribuibles a la exposición ocupacional no puede determinarse debido a las limitaciones de conocimiento sobre la magnitud, la duración y la distribución de las exposiciones a carcinógenos específicos en la población. Sin embargo, se estima que las exposiciones ocupacionales son responsables del 1 al 20% de los casos de cáncer.
Dado que las exposiciones ocupacionales pueden ser reguladas, minimizadas o eliminadas fácilmente, los carcinógenos ocupacionales son muy importantes en términos de salud pública, pues tienen un importante potencial preventivo.
Otra razón para ubicar al cáncer ocupacional en un lugar prioritario en relación a la prevención, es que se continúan produciendo nuevos compuestos químicos que se encuntran en concentraciones más altas en los lugares de trabajo y sobre los que se desconoce si pueden o no ser carcinógenos.
Los tumores que han sido asociados más frecuentemente con un origen en la exposición ocupacional (mayoritariamente industrial) han sido los de pulmón, vejiga, cavidad nasal, hígado, mesotelioma, leucemia, linfomas y cánceres de piel no melanocíticos.
Prevención
La mejor forma de prevención es no usar carcinógenos reconocidos en los ambientes de trabajo. La segunda mejor opción es dejar de usar una sustancia química una vez que se haya sospechado su carcinogenicidad.
En muchas instancias, sin embargo, esto no es posible bien porque no existen sustitutos o porque dejar de usar la sustancia es política o económicamente inaceptable.
En esta situación lo que se recomienda es reducir los niveles de exposición al máximo a través de procesos industriales y prácticas de higiene industrial, como ha ocurrido en los últimos años en muchos países industrializados y en desarrollo con carcinógenos reconocidos como el asbesto, el níquel, el arsénico o el benceno.