La terapia psicológica denominada terapia dialéctica-conductual se ha empezado emplear en el ámbito clínico con el objetivo de conseguir que se reduzca el consumo de drogas y evitar recaídas. La técnica consiste en enseñar a regular las emociones negativas que anteceden a que un sujeto consuma drogas para aliviar sus frustraciones, ya que hay una conexión entre esta problemática y el sufrimiento.
Esta técnica, de reciente aplicación, se ha puesto de relieve en la XVII Reunión anual de la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría que ha sido celebrada en el Colegio de Médicos de Gipuzkoa, en San Sebastián. En concreto, Iñaki Lorea, psicólogo clínico en la Fundación Argibide, ha impartido la ponencia titulada "En la clase y en la calle: mejorando la salud mental y el consumo de tóxicos".
La terapia dialéctica-conductual se creó en los años 90 en EE.UU con el objeto de tratar a personas con tendencias suicidas crónicas, ya que el intenso sufrimiento que los enfermos experimentaban provocaba las conductas suicidas. Posteriormente, su uso se ha extendido con buenos resultados a otros ámbitos de la salud mental, como el tratamiento del trastorno límite de la personalidad o de otros trastornos mentales donde la regulación emocional se halla comprometida, como es el caso de las adicciones a drogas. Con estas técnicas se pretende enseñar habilidades para controlar las emociones negativas y evitar que se tomen drogas para tapar estos vacíos y fustraciones.
Para comenzar a desarrollar esta práctica, Iñaki Lorea ha explicado que "es muy importante conocer, por una parte, qué es lo que la persona quiere mejorar en su vida e incluirlo como un pilar de la terapia y por otra, encontrar la conexión entre el consumo de drogas y el alivio emocional que se pretende encontrar con las sustancias".
"El consumo de drogas de todo tipo, inclusive el alcohol, provoca una sensación placentera y de control de la situación a corto plazo. La problemática aparece cuando ese consumo ocasional se hace más frecuente y desmesurado, causando problemas en la vida de la persona", ha señalado Iñaki Lorea. "El uso abusivo de drogas provoca cambios plásticos en la estructura y función del cerebro, en las conexiones entre neuronas y esto se traduce en un peor control de los impulsos y de los deseos de consumir sustancias".
Por último, Iñaki Lorea ha destacado que el especialista busca "promover un compromiso activo del paciente con actividades que le refuercen, que sean divertidas y que le motiven, para encontrar un sentido propio a la vida. El reto es ayudar a construir una vida que valga la pena, y si sabe cómo hacerlo se tiene un camino ganado". "Es muy importante que el terapeuta empatice y tome una posición activa, que escuche y transmita que el otro le importa", ha concluido.