Un estudio del Instituto de Investigación Vall d'Hebron (VHIR) demuestra la existencia de un componente genético asociado a la respuesta a la administración del activador del plasminógeno tisularúnico, único tratamiento farmacológico disponible para la fase aguda del ictus isquémico.
Este fármaco es muy útil para deshacer los coágulos que impiden que la sangre circule con normalidad por las arterias cerebrales cuando los pacientes con un ictus isquémico reúnen unas determinadas condiciones. Entre estos criterios se tiene en cuenta la edad, la tensión arterial, el estado neurológico y el tiempo transcurrido entre que un paciente sufre un ictus, llega al hospital, se le diagnostica el ictus isquémico y está en condiciones de recibir el tratamiento.
Este hallazgo consolida la importancia de los factores genéticos en la predicción de la respuesta al fármaco y podría modificar los criterios de cribado de los pacientes que pueden recibir o no el tratamiento.
La investigación aporta mayor seguridad a este tratamiento del ictus isquémico gracias a la identificación de los pacientes con variantes genéticas que empeoran el pronóstico. También podría ayudar a los neurólogos a decidir tratar a pacientes fuera de los criterios de tratamiento establecidos pero que al presentar un bajo riesgo genético se podrían beneficiar del tratamiento.