Cuando una persona se ve obligada a detener la marcha periódicamente al experimentar un dolor en la pantorrilla que cede tras unos minutos de reposo, es víctima de la claudicación intermitente, el síntoma más frecuente de la enfermedad arterial periférica, también conocida como "enfermedad de los escaparates", pues quienes la padecen se ven en la necesidad de parar y parece que estuviesen mirando lo que hay tras los cristales de los comercios.
Según explica la Dra. Marta Lavirgen Labrador, especialista en Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Quirónsalud San José, "debido al estrechamiento u obstrucción de las arterias de las piernas, el aporte de sangre y, por ende, de oxígeno, se ve disminuido. De ahí que, ante situaciones en las que las necesidades de oxígeno se ven incrementadas (como caminar, subir cuestas, ejercicios, etc), la dificultad para responder a esta demanda de manera adecuada se manifieste como un dolor muscular intenso que disminuye tras un periodo variable de reposo".
Hay que añadir, además, señala la especialista, que estos síntomas se ven agravados por la exposición al frío, lo que puede provocar una aparición de los mismos al deambular menos espacio que en condiciones normales.
La enfermedad arterial periférica o isquemia crónica de los miembros inferiores es, junto con la cardiopatía isquémica (infarto de miocardio) y la enfermedad cerebrovascular (ictus), una de las manifestaciones clínicas de la arterioesclerosis. Es una enfermedad degenerativa, progresiva y multifocal, asociada a determinados factores de riesgo cardiovascular que, cuando se manifiesta, está ya ampliamente desarrollada (existe una obstrucción arterial superior al 70%).
Factores de riesgo
Los factores de riesgo se pueden clasificar en no modificables y modificables. Los primeros son la edad, la raza, el sexo masculino, los antecedentes familiares y el más importante de todos, la edad, ya que a partir de los 70 años entre el 15 y el 20% de la población se ve afectada por esta enfermedad. Los modificables son el tabaquismo, la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y el colesterol. "Sobre este último grupo podemos actuar para prevenir el desarrollo de la enfermedad o mejorar el pronóstico una vez se presenta".
La Dra. Lavirgen comenta que se diferencian aquellos individuos que presentan dolor cuando caminan más de 150 metros de quienes lo hacen a menor distancia, ya que estos últimos presentan un peor pronóstico. "Si evoluciona la enfermedad, el dolor puede ser continuo sin necesidad de realizar ejercicio o incluso pueden aparecer lesiones en los pies y piernas. En estos casos, el riesgo de amputación de la extremidad o de morir por otras causas es muy alto", subraya.
Tratamiento
Como medida inicial, en los casos de personas con claudicación intermitente se ha de intentar corregir los factores de riesgo cardiovascular, es decir, tratamiento adecuado de la hipertensión, la diabetes y el colesterol; dejar de fumar y practicar ejercicio a diario. Además añadiríamos antiagregantes e hipolipemiantes para disminuir la morbimortalidad cardiovascular. A medio-largo plazo se logra aumentar la distancia que se puede caminar sin dolor, mejorar la calidad de vida y reducir la mortalidad. No obstante, en aquellos casos en los que no hay mejoría o la enfermedad evoluciona, será preciso efectuar intervenciones que mejoren el aporte sanguíneo en las extremidades. "Hoy en día los cirujanos vasculares disponemos de multitud de técnicas para restablecer el flujo arterial, bien mediante un bypass, o mediante técnicas endovasculares mínimamente invasivas para actuar directamente desde el interior de la arteria", destaca la doctora, que añade que "la técnica se selecciona en función de las características del paciente y del grado de enfermedad de las arterias a tratar".