Al hablar de sexo y sexualidad, en la gran mayoría de las ocasiones se transmiten sensaciones y emociones positivas como el placer, el deseo, etc. Sin embargo, existe un porcentaje de la población para los que el sexo no es sinónimo de gozo, sino de problemas, incapacidad e incluso dolor.
"El sexo es uno de los grandes placeres que podemos disfrutar los seres humanos. De hecho, cuando hablamos de sexualidad, lo solemos hacer en tono positivo y con el objetivo de compartir experiencias que nos ayuden a conseguir un placer mayor", señala Alberto Gooding, responsable de comunicación de LELO. "Sin embargo, muchas veces pasamos por alto el hecho de que hay personas que padecen disfunciones sexuales y para los cuáles el sexo es incómodo, doloroso o incluso imposible de practicar", añade Gooding.
La gran mayoría de las personas trata de conseguir el máximo placer importando nuevas prácticas o incluyendo nuevos compañeros, como los juguetes eróticos, para experimentar placeres desconocidos. Por el contrario, muchas otras personas se ven condenadas a lidiar con problemas sexuales que les impiden disfrutar del sexo.
Las disfunciones sexuales más raras que convierten el sexo en un suplicio
Se estima que alrededor del 60% de mujeres y el 40% de hombres padecen algún tipo de disfunción sexual, según la Asociación para la Investigación de las Disfunciones Sexuales en Atención Primaria. Eyaculación precoz, impotencia, anorgasmia… son algunas de las disfunciones sexuales más habituales y más conocidas por todos. Sin embargo, existen otras muy desconocidas que, hoy en día, todavía pasan desapercibidas. Las principales son:
- Insomnio sexual: según datos del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), 3 de cada 4 españoles padecen insomnio. Sin embargo, pocos conocen lo que es el insomnio sexual. Este tipo de trastorno, que se da indistintamente en hombres y mujeres, lo padecen aquellos que realizan el acto sexual de manera involuntaria durante las horas de sueño. Este trastorno suele ser diagnosticado a aquellos que muestran adicción al sexo o sustancias como el alcohol o las drogas. El peligro reside en que, aunque de forma sonámbula, en algunos casos se llega incluso a forzar a la pareja a mantener relaciones.
- Priapismo: a pesar de ser la antítesis de la disfunción eréctil, también impide al hombre mantener relaciones sexuales. En este caso, el priapismo genera erecciones de larga duración (pueden incluso prolongarse durante horas) y dolor intenso en el pene. Además, estas erecciones tienen la particularidad de que no guardan relación con la excitación sexual, sino que se producen de forma repentina. Existen dos tipos de priapismo: de bajo flujo/isquémico (el más común, la sangre no vuelve al cuerpo de forma adecuada desde el pene) y alto flujo/no isquémico (una gran cantidad de flujo sanguíneo llega al pene debido a una rotura arterial, produciendo erecciones que pueden durar, al menos, 4 horas).
- Excitación persistente: puede considerarse como la versión femenina del priapismo, aunque existen ligeras diferencias entre ambos. Mientras que el priapismo no guarda relación con el deseo sexual, la excitación permanente persiste si viene acompañada de estimulación de las zonas erógenas y, por tanto, sexual. En este sentido, las mujeres que lo padecen se encuentran en un estado permanente de excitación sexual que puede desencadenar en la aparición de orgasmos sin que la mujer pueda hacer nada por controlarlos.
- Enfermedad de Peyronie y trastorno de Koro: estos dos trastornos afectan al pene, aunque en distinta forma. La enfermedad de Peyronie provoca que, durante la fase de excitación, el pene adquiera una forma curva que genera mucho dolor e incluso impide mantener relaciones sexuales. Por otra parte, el trastorno de Koro consiste en la creencia irracional de que el pene va menguando progresivamente hasta desaparecer