Viajar con adultos o en familia

Consejos de salud para convertir el verano en una fuente de descanso, energía y bienestar

Las vacaciones disminuyen el estrés, mejoran el estado de ánimo y aumentan la calidad del sueño
Viajar con niños requiere una buena planificación previa y expectativas realistas
Adecuar la alimentación y protegerse del sol, precauciones básicas tanto para los adultos como para los más pequeños

Las vacaciones son una fuente de salud y bienestar. Independientemente de si se disfrutan en familia o en pareja, en la playa o en la montaña, es importante seguir una serie de recomendaciones para disfrutar de un verano saludable y lograr aprovechar al máximo los días de descanso.

Entre otros efectos positivos, las vacaciones contribuyen a disminuir la presión arterial y los niveles de estrés. Además, tener más tiempo de descanso y ocio mejora la calidad de sueño y el estado de ánimo. Para aprovechar estos beneficios conviene neutralizar algunos riesgos de la época estival, como la exposición al sol, las altas temperaturas y los cambios bruscos de rutina.

"No solo se trata de prevenir riesgos sino de sacar el máximo partido a las vacaciones para ganar en salud y bienestar. Hay propiedades muy beneficiosas del verano. Sobre todo, a nivel emocional, los días más largos, con más horas de luz, así como el mayor tiempo para dedicar a actividades de ocio son elementos que contribuyen a un mejor estado de ánimo. La moderación y unas precauciones básicas neutralizarán los riesgos para vivir un verano sin contratiempos que, a su vez, proporcione descanso, energía y bienestar" afirma el doctor Iñaki Ferrando, director de Comunicación Médica de Sanitas.

Gestionar expectativas para evitar frustración

Protegerse de los efectos nocivos del sol, adecuar la alimentación y la práctica de ejercicio, y mantener unas pautas de descanso son las recomendaciones que ayudarán a disfrutar de un verano saludable. Si además se viaja en familia, hay que tener en cuenta recomendaciones adicionales. "Viajar con niños requiere una buena planificación previa, tener expectativas realistas y una buena dosis de paciencia y tranquilidad", afirma Montserrat de la Flor Crespo, doctora del Servicio de Neonatología y Pediatría del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

"La planificación y la adaptación son dos de los aspectos más importantes, así como tener claras las expectativas. Si estas son realistas evitaremos la frustración, puesto que no podemos hacer un viaje con niños si lo que esperamos es un viaje de adultos. También es clave el estado emocional de los padres, puesto que son los contenedores de las emociones de los niños. Si los padres están tranquilos, los niños están tranquilos", añade Montserrat de la Flor Crespo.

Con niños o con adultos

Además de la gestión de expectativas, en función de si las vacaciones son con o sin niños, conviene tomar una serie de recomendaciones y extremar determinadas precauciones:

  • Disfrutar del sol con responsabilidad. Con la llegada del verano una de las partes del cuerpo que más sufre el calor y los efectos del sol es la piel. "Es necesario el uso de la fotoprotección solar adecuada para cada tipo de piel, según el fototipo, características e hidratación" afirma la doctora Cristina Villegas, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja. Los niños menores de 3 años no deben exponerse a la luz del sol y el resto de menores de edad, evitarlo entre las 12:00 y las 16:00 horas.
  • Alimentación para combatir el calor. Durante la época estival se debe estar más hidratado que en cualquier época del año y, en el caso de niños, ofrecerles líquidos de forma frecuente. En cuanto a la alimentación, se debe modificar la dieta y cambiar los alimentos calóricos y grasos por los ricos en fibras y agua. "Ingerir de 1,5 a 2 litros de agua diarios; evitar el alcohol; intentar tomar vitamina C, por ejemplo con zanahorias o frutas rojas; sustituir los postres dulces por fruta natural; tomar ensaladas y sandías para saciar la sed; o regular el colesterol con pescado azul" son algunos consejos prácticos que enumera Lina Robles, nutricionista-dietista del Hospital Universitario Sanitas la Zarzuela.
  • Ejercicio al aire libre. La práctica de ejercicio siempre es beneficiosa para el organismo. En verano es más importante que nunca adoptar una serie de medidas y tener en cuenta los factores ambientales de calor, humedad y contaminación. Si se realiza algún tipo de deporte en verano es fundamental prevenir la deshidratación. Para ello hay que reponer líquidos de manera constante con agua y bebidas isotónicas. Otros aspectos importantes son evitar las horas de mayor temperatura, es decir, entre las 12:00 y las 17:00 horas; usar una vestimenta adecuada y utilizar protección solar.
  • Sueño reparador. En verano, en especial durante las vacaciones, se tiende a cambiar los horarios habituales, a trasnochar más de lo habitual, pasar mucho tiempo en la playa o la piscina, o de turismo. Es aconsejable respetar las horas de sueño necesarias y, si es necesario, echar una pequeña siesta de entre 10 y 15 minutos. Practicar algún tipo de actividad física también ayuda a descansar mejor. En cuanto a los niños "dentro de una mayor flexibilidad hay que respetar ciertos horarios, tanto en el sueño como en la alimentación. Se aconseja empezar la vuelta a la rutina unas 2 semanas antes de empezar el cole" indica Montserrat de la Flor.
  • Sin estrés estacional. "El llamado estrés estacional afecta a los adultos y se origina  por los cambios que representa este periodo frente a la rutina y que impiden que se descargue la tensión por los mecanismos habituales" explica la doctora Anna María Cuscó, del Servicio de Psicología del Hospital Sanitas CIMA. Para evitarlo, la Unidad del Viajero del hospital aconseja planificar con tiempo los viajes; desconectar del trabajo de manera efectiva y evitar el uso abusivo de nuevas tecnologías que generan dependencia como la tablet o el smartphone.

Más noticias sobre Piel sana

> Ver todas

Noticias relacionadas

> Ver todas
fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias.

Ver

El término energía tiene diversas acepciones relacionadas con la capacidad para obrar, transformar o poner en algo en movimiento. Los seres humanos tomamos nuestra energía de los alimentos que consumimos. Son nuestro combustible.

Ver

La caloría es una unidad de energía, que aunque no pertenece al Sistema Internacional de Unidades, permanece en uso debido a su utilización generalizada para expresar el valor energético de los alimentos.

Ver

Nombre genérico de los lípidos, que son moléculas orgánicas de carbono, hidrógeno y oxígeno insolubles en agua. Actúan como reserva  de energía.

Ver

Parte de las plantas comestibles que resiste la digestión y la absorción en el intestino delgado humano.

Ver

Es el etanol o alcohol etílico contenido en las bebidas alcohólicas

Ver

Lípido que se encuentra en los tejidos corporales y en el plasma de la sangre de los seres vertebrados.

Ver