Cuidado de pacientes sin sujeciones

La contención mecánica o inmovilización física de pacientes se ha convertido en un asunto ético.

Las sujeciones son definidas formalmente como cualquier dispositivo que inhibe el propósito de movimiento por iniciativa propia. Han sido diseñadas para ser utilizadas sólo cuando las intervenciones menos restrictivas se determinen como ineficaces.

Los sistemas de sujeción en el tratamiento de enfermedades, principalmente en pacientes con discapacidades psicológicas,  siempre ha sido una práctica controvertida, tanto es así que en Europa los organismos reguladores y grupos de profesionales y de defensa han dedicado sus esfuerzos a la exigencia de la eliminación definitiva de cualquier tipo de retención.

De acuerdo a la recomendación Rec (2004) 10 del Comité de Ministros del Consejo Europeo "no se deben utilizar sujeciones mecánicas", sin embargo  la recomendación de 2004 de este organismo  acepta su uso en los casos de emergencia "para evitar un daño inminente del paciente o de otras personas".

Ante esto, la Comisión Central de Deontología especifica los casos en los que se justifica su uso, por ejemplo en cuidados postquirúrgicos, cuando exista el riesgo de que el paciente se arranque una vía o se tire de la cama, cuando se presenten comportamientos agitados con movimientos irreflexivos que no puedan ser controlados mediante procedimientos farmacológicos y en situaciones de riesgo de caídas de la cama, camilla o silla de ruedas. 

Sobre estas bases queda claro que el uso de sujeciones no debe utilizarse en ningún caso de forma rutinaria y mucho menos para facilitar el descanso de los cuidadores ni como prácticas ligadas al aislamiento con intención de castigo y no de seguridad del paciente.

Según la Administración Federal de Alimentos y Fármacos (FDA), tan sólo en Estados Unidos hay 100 muertes por asfixia al año  debido al uso de sujeciones. Además esta entidad señala que las sujeciones no impiden que los pacientes caigan ya que disminuyen su equilibrio y su movilidad.

Asimismo ha habido una serie de estudios que demuestran que las sujeciones se asocian con una mayor tasa de mortalidad y graves lesiones relacionadas con caídas, como una alta incidencia de fractura, estrangulamiento y asfixia.

Por suerte, tanto los profesionales de la salud como los centros dedicados al cuidado y atención de pacientes tanto en Estados Unidos como en Europa, tales como residencias de ancianos, hospitales o centros psiquiátricos, defienden, cada vez con más ahínco y firmeza, una apuesta clara por una atención sin barreras físicas que promueva la autonomía, la libertad de movimiento y el cuidado digno de las personas.

Para cumplir este cometido los gestores y profesionales médicos se han convencido de que deben contar con una tecnología adecuada que ayude a dotar de libertad de movimiento a los pacientes y residentes, sin descuidar en ningún momento la atención y sin exponer la seguridad tanto de pacientes como de cuidadores.

Este tipo de tecnología abarca desde dispositivos de telemonitorización como pulseras seguras, imposibles de ser retiradas por los pacientes sin la ayuda de los cuidadores, hasta sistemas portátiles de aviso automático de situaciones de emergencia para los cuidadores, sistemas de seguridad para el control de accesos de los centros, sensores de cama, sensores de movimiento, etcétera.

Mediante el despliegue de dispositivos tecnológicos apropiados, algunas residencias, hospitales y centros psiquiátricos ya han conseguido esta gran tarea y se apuntan como la prueba fehaciente de que la eliminación de sujeciones físicas es posible.

Para el investigador Evans LK Strump, quien ha realizado múltiples estudios sobre sujeciones mecánicas, "La filosofía de la atención sin retenciones supone que cada persona sea atendida como un individuo separado y único; que se respeten los derechos de las personas; que la atención se dirija hacia el mantenimiento de la dignidad, la autonomía, la autoestima y el bienestar físico; y que todas las personas tengan la seguridad de contar con la más alta calidad de vida ".

Es indudable que el respeto a la dignidad y autonomía de la persona deben ser los ingredientes básicos que cualquier protocolo médico incluya y que todos los profesionales de la salud deben ser conscientes de que las medidas de contención son en la mayoría de los casos el último recurso y sobre todo, no olvidar que a quienes ofrecen sus servicios son personas.

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