Hoy se celebra el Día Mundial de la Psoriasis. La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de origen genético y que afecta a entre el 1 y el 3% de la población. Puede aparecer en cualquier etapa de la vida del paciente, aunque lo más habitual es que se presente por primera vez entre los 15 y los 30 años. Se manifiesta en la piel de maneras muy diversas, como manchas rojas o rosadas de tamaño variable y escamas blanquecinas, y en multitud de variedades, como en forma de placas, en pústulas, etc. Puede afectar a una o varias zonas del cuerpo a la vez, como los codos, las rodillas o el cuero cabelludo, así como a las uñas o a las articulaciones, lo que causa en este caso la artritis psoriásica.
Según explica el Dr. Miguel Sánchez Viera, dermatólogo del Hospital USP San Camilo de Madrid y director del Instituto de Dermatología Integral, se trata de una enfermedad crónica, por lo que no existe una curación definitiva. Por ello, los tratamientos de la enfermedad han ido siempre encaminados a frenar la evolución, disminuir, e incluso hacer desaparecer, durante periodos más o menos extensos, sus síntomas.
Debido a la gran variedad de manifestaciones que rodean a la enfermedad y a todos los factores con los que se relaciona, el Dr. Sánchez Viera afirma "que es absolutamente necesario un tratamiento de carácter individualizado donde se evaluarán los factores desencadenantes, el estado de salud general y la edad de los pacientes, junto con la severidad de los síntomas". El dermatólogo, con todos estos datos, podrá indicar el procedimiento más adecuado para cada tipo de paciente.
Los tratamientos a utilizar dependen, principalmente, de la gravedad de la enfermedad. En los pacientes leves, aquellos en los que se ve afectada una superficie del cuerpo menor al 10%, se buscan métodos más localizados, tópicos, como con el uso de cremas a base de corticosteroides o derivados de las vitaminas D y A. Estos tratamientos tienen pocos efectos secundarios.
Dentro de los tratamientos físicos se utiliza la fototerapia, que emplea tanto radiaciones UVB o UVA, como los láseres y que se pueden administrar junto con medicamentos para potenciar sus efectos. En los casos más severos se utilizan tratamientos generales, sistémicos, por vía oral o inyectados. Estos incluyen fármacos que actúan sobre el sistema inmunológico como el metotrexato, la ciclosporina o las modernas terapias biológicas (etanercept, infliximab o adalimumab), todos ellos deben emplearse bajo un atento control médico.
Existe una gran cantidad de estudios e investigaciones buscando tratamientos con efectos más duraderos, y con menores efectos secundarios para los pacientes. Los láseres, por ejemplo, permiten cada vez una mayor protección del tejido sano, centrándose en las partes de la piel enferma, disminuyendo el número de sesiones necesarias y su duración, por lo que, según afirma el Dr. Sánchez Viera, resultan muy eficaces en casos seleccionados. Los láseres de colorante pulsado permiten una eliminación selectiva de los pequeños vasos sanguíneos que se asocian con el desarrollo de la placa psoriásica, para reducir así su crecimiento. Los láseres de excímeros concentran la radiación similar a la UVB de banda estrecha en la placa psoriásica. Al ser un método local, se eliminan además los efectos adversos de los tratamientos sistémicos.
Según resalta el experto, "la investigación no cesa, y continúa el estudio patogénico de la enfermedad de forma que se desarrollen nuevos fármacos biológicos que actúen sobre dianas concretas para evitar que se desencadenen los episodios de psoriasis y se reduzcan los efectos secundarios, enfocado principalmente a mejorar el pronóstico de los pacientes que sufren los tipos más severos de psoriasis".
"Todos estos avances hacen pensar que cada vez será más sencillo para estos pacientes lidiar con su enfermedad de manera que los nuevos métodos logren que sus efectos se controlen con mayor facilidad y durante un mayor periodo de tiempo, para permitir de esta manera mejorar la calidad de vida de los pacientes", añade el dermatólogo.