El mal de altura se produce en torno los 2500 metros sobre el nivel mar y provoca una disminución de concentración de todos los gases, especialmente de oxígeno, denominada hipoxia que genera efectos en todos los seres vivos. Recientemente se han comenzado a estudiar los factores genéticos de las personas, que influyen en un rango de respuestas, que va desde una buena adaptación hasta una reacción fatal. A partir de esas y otras realidades más severas para la salud vividas en altura, la Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU, en el ámbito de su 50 aniversario, ha organizado un encuentro alrededor del lema Medicina de altura en la altura, que tendrá lugar el jueves, 15 de marzo, en el Salón de Grados de la Facultad de Leioa, a partir de las 15.30 horas.
Tras la presentación del profesor Francisco Doñate, la jornada arrancará con la intervención de Borja Bilbao, alumno de 5º, que expondrá sus consideraciones sobre el mal de montaña. Un cuarto de hora después, el himalayista Juanito Oiarzabal pronunciará la conferencia que lleva por título Cómo reacciona mi cuerpo a 8000 metros, charla repleta de experiencias del alpinista vasco en la que se confesará testigo de los quirófanos del hielo que organizaba Ricardo Arregui sobre el glaciar del Khumbu en las expediciones en las que participó el neurocirujano, Ricardo Arregui tercer ponente del encuentro. La charla de Arregui, autor del libro El quirófano del hielo (Del bisturí al Everest), obra en la que cuenta su viaje iniciático a la montaña más alta del planeta, contará con las ilustraciones audiovisuales delvídeo Medicina al filo de lo imposible.
Todo empezó aquel día en que un montañero, Fernando Ruiz, entró en su consulta con fuertes dolores, fruto de las graves congelaciones que había sufrido en el Aconcagua. Ricardo Arregui era neurocirujano – hoy en día es jefe de Neurocirugía de la Clínica MAZ de Zaragoza y quizá el mayor experto en congelaciones de España – y estaba tratando pacientes vasculares periféricos con un tema crucial en sus investigaciones: los alivios del dolor, "Ése fue el nexo de unión", recuerda.
A partir de entonces, su relación con los alpinistas fue estrechándose cada vez más hasta entrar a formar parte del equipo de TVE "Al filo de lo imposible", con quienes, convencido por el Grupo de Alta Montaña de la Escuela Militar de Jaca, acabó haciendo una expedición al Everest y otra al Polo Norte, en las que llevó a cabo investigaciones médicas. El día 15 de mayo de 1992, la expedición del equipo del programa de Televisión Española, "Al filo de lo imposible", y el doctor Ricardo Arregui coronaron la cima del Everest por el espolón sur, vía inédita hasta entonces en la historia del alpinismo español. El doctor Arregui estuvo encargado de estudiar durante la ascensión las alteraciones del cuerpo humano a gran altitud.
Casi sin darse cuenta, se estaba convirtiendo en Kiko Arregui, médico de referencia y amigo de himalayistas y andinistas de todas partes. El doctor desarrolló un nuevo protocolo con tan buenos resultados que desde entonces a la clínica MAZ llegan alpinistas desde las montañas más apartadas del mundo, desde los Andes al Himalaya.
Subraya Sebastián Alvaro que "cuando un alpinista llega a la clínica MAZ con el alma en carne viva, la mirada extraviada y los dedos negros encuentran a una de esas personas que se empeñan en recuperar la vida de los conquistadores de lo inútil para que vuelvan pronto a la montaña, aunque sea con algún dedo de menos."
Ricardo Arregui explica que "el organismo humano no puede vivir a ocho mil metros, no está preparado. Entonces realiza una aclimatación progresiva. El problema que tenemos a tanta altura es que la presión parcial de oxígeno va disminuyendo y no podemos respirar bien. Como nuestro organismo no está preparado para esa presión parcial de oxígeno, va produciendo más hematíes, más glóbulos rojos. Todo eso hace que la sangre se enlentezca, que sea más viscosa. Eso hace que el sistema nervioso central vaya más lento de lo normal y haya algún tipo de alteración funcional, no estructural, que luego, cuando bajas se va recuperando".
En lo que se refiere a lesiones por congelación, Ricardo Arregui destaca que "hay diferentes grados de congelación, en dependencia, sobre todo, de la profundidad de la lesión y, en un mismo dedo que se congele, puede haber diferentes grados. El máximo grado es cuando la congelación afecta al tejido óseo y se necrosa. El tratamiento en ese caso será la amputación, pero hay diferentes niveles en los que la recuperación es íntegra".
La acción de la Clínica MAZ de Zaragoza, base de operaciones de Ricardo Arregui, tiene el mismo son trepidante de las expediciones. "Normalmente nos envían imágenes desde el campo base o desde algún otro campo de más altura y hay un mecanismo que se pone en marcha", puntualiza el experto. "Solemos organizar los rescates desde aquí, tenemos 48 horas, desde el campo 3 del K2 hasta la cama del hospital".