El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente entre los adultos mayores y uno de los factores de riesgo desencadenante de enfermedades neurodegenerativas, por ello, coincidiendo con el Día Mundial del Sueño, que se celebra el próximo 17 de marzo, la Asociación de Empresas de Servicios para la Dependencia (AESTE) quiere concienciar sobre la importancia que tiene el descanso en las personas mayores, siendo imprescindible cuidar la calidad del mismo, por el efecto que puede llegar a tener en su memoria, atención y funciones cognitivas.
Es habitual que, con el paso de los años, los patrones del sueño vayan cambiando. El 40% de los mayores de 60 años experimentan insomnio, despertares frecuentes y sueño fragmentado. Sin embargo, aunque el sueño se vuelve más superficial, las necesidades continúan siendo similares a las de edades más tempranas, siendo recomendable dormir entre 7 y 8 horas al día, por lo general y dependiendo del estilo de vida de la persona.
Signos del insomnio y recomendaciones
Los principales efectos del insomnio que pueden experimentar las personas mayores durante el día son la irritabilidad, la falta de concentración, la pérdida de memoria, el cansancio excesivo o incluso la ansiedad. En este sentido, desde AESTE recuerdan algunas acciones clave para evitar futuras enfermedades relacionadas con los trastornos del sueño: "es fundamental establecer un horario regular de acostarse y levantarse, evitar el consumo de estimulantes como café o té antes de dormir, realizar ejercicio de forma regular y evitar medicamentos que puedan generar dependencia".
También se ha demostrado que la falta de sueño impacta negativamente en la calidad de vida. "El descanso es vital para la salud física, pero también para una buena salud mental, ayudando a reducir síntomas de ansiedad o depresión en los adultos mayores", afirman desde la entidad.
La falta de sueño, causa de enfermedades neurodegenerativas
Además de afectar al bienestar de las personas, la falta de sueño tiene un efecto enorme en el cerebro, relacionado directamente con en el funcionamiento cognitivo y siendo señal de alerta de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Por último, cabe señalar que la relación entre el sueño y el funcionamiento cognitivo es bidireccional, ya que las alteraciones del sueño en calidad y cantidad y la interrupción del ritmo sueño-vigilia ocurren con más frecuencia en adultos mayores con deterioro cognitivo.