Según ha destacado el Dr. Javier del Pino, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de Salamanca, en el marco de un curso de formación para reumatólogos organizado por el Grupo Español para Estudio de las Espondiloartropatías de la Sociedad Española de Reumatología (GRESSER) con la colaboración de Pfizer, el diagnóstico precoz de la espondilitis anquilosante permite "corregir las manifestaciones clínicas y conseguir que el paciente se reintegre a una actividad social y laboral normal".
Además, "detendrá la evolución de la enfermedad y así se evitará que llegue a la discapacidad que puede aparecer en los casos más evolucionados", ha añadido el experto.
El principal problema en los casos de diagnóstico tardío de esta patología es que el tratamiento con terapias biológicas no se empieza hasta que el proceso inflamatorio está muy avanzado y ha podido causar deformidad estructural no solo de la columna vertebral, sino también en articulaciones periféricas como las caderas.
Por tanto, cuanto más tarde se diagnostica una espondiloartritis, peor es el pronóstico de la enfermedad. Sin embargo, los reumatólogos coinciden en destacar el optimismo tanto por las nuevas técnicas de diagnóstico como por la introducción en los últimos años de la terapia biológica en el tratamiento, que ha supuesto un cambio paradigmático de las posibilidades terapéuticas porque puede controlarse la evolución natural de la enfermedad en muchos pacientes.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta al esqueleto axial (articulaciones sacroilíacas y columna vertebral), aunque en ocasiones puede afectar a otras articulaciones y, con el tiempo, puede dar lugar a una incapacidad permanente. Generalmente comienza en gente joven, principalmente en hombres a partir de los 20 o 30 años.