El lipedema es una enfermedad casi exclusiva de las mujeres, desconocida, infradiagnosticada y frecuentemente confundida con el linfedema o la obesidad. De hecho, "todavía es una enfermedad muy desconocida, tanto por la población en general como por parte de los especialistas médicos que pueden recibir en sus consultas a estas pacientes", advierte la Dra. María Eugenia Calvo Cotado, especialista en cirugía plástica, estética y reparadora, con amplia experiencia en el tratamiento de pacientes con lipedema.
"La concienciación sobre el lipedema es fundamental para poder realizar un diagnóstico temprano y que las pacientes lleven un tratamiento y manejo adecuado lo antes posible, para evitar la progresión de la enfermedad y sus consecuencias", recalca la doctora.
Sus manifestaciones suponen un deterioro en la calidad de vida de las pacientes, debido al impacto físico, psicológico y social que conlleva, produciendo en un 70% de los casos dolor en las extremidades.
Por ello, conseguir que estas pacientes tengan un diagnóstico en las fases más precoces de la enfermedad es clave para evitar que desarrollen problemas importantes como insuficiencia venosa, linfedema, o precisen tratamientos más invasivos, "que podrían evitarse con un manejo adecuado en las fases iniciales de la enfermedad", advierte la especialista.
Las pacientes con lipedema acuden a diferentes profesionales debido a la disparidad de síntomas y signos que presentan, como el dolor de las extremidades inferiores y el aumento de volumen de las mismas. En cuanto a la terapia, el tratamiento conservador con dieta, ejercicio y medias de compresión es fundamental en todas las pacientes con lipedema, y mejora mucho los síntomas de la enfermedad, sobre todo en los estadios más precoces.
En casos más avanzados o en los casos en los que estas medidas no son suficientes, es necesario realizar tratamiento quirúrgico que, aunque no es curativo, es el único que permite extraer la grasa patológica y disminuir la carga de la enfermedad, mejorando los síntomas a corto y largo plazo, siempre y cuando la paciente mantenga un estilo de vida saludable.
Además de tratarse de una enfermedad infradiagnosticada, el lipedema se suele confundir con la obesidad y con el linfedema a pesar de que existen diferencias entre ellas. La obesidad, inmovilidad, los cambios hormonales, la insuficiencia linfática y venosa son factores agravantes del lipedema. A nivel estético, las pacientes con lipedema tienen a menudo tobillos con presencia de grasa a los lados, o en columna, así como grasa en la cara interna y posterior externa de la tibia, pero no tienen afectados los pies.
En cuanto a la afectación de la patología, las pacientes tienen una vivencia de la enfermedad muy variable. Algunas tienen una sintomatología leve a pesar de que la enfermedad sea muy desfigurante, y otras presentan dolor solo a la presión. De forma menos habitual el dolor es constante y se agrava al final del día. Este grupo de pacientes puede tener una limitación importante en su día a día, en el trabajo y a la hora de realizar actividad física, que se traduce en una peor evolución de la enfermedad.
Por otro lado, el sedentarismo afecta de forma muy negativa, por lo que el confinamiento, la falta de actividad física, unidas al miedo a acudir a centros sanitarios por el miedo al contagio en los primeros meses tras el confinamiento ha hecho que muchas pacientes con una enfermedad más o menos controlada desarrollasen una sintomatología mucho más acusada y limitante.
Actualmente no hay un protocolo específico para el tratamiento del dolor en pacientes con lipedema, dada su falta de caracterización. La terapia de compresión, el drenaje linfático manual, el tratamiento fisioterapéutico y la liposucción han mostrado ser útiles en la reducción del dolor característico del lipedema. En concreto, la terapia de comprensión ha mostrado ser útil para reducir el dolor cuando se emplean las prendas adecuadas y las pacientes las utilizan de forma correcta.