El fin de la infertilidad masculina

Los avances de la FIV, han acabado con la mayoría de los casos de la infertilidad masculina, incluso en los casos de espermatozoides con movilidad extremamente reducida o ausente y con anomalías morfológicas muy severas

La edad de los hombres ya no es un factor relevante en el éxito de los tratamientos de fecundación in vitro (FIV) según un estudio reciente, basado en el análisis de 1.280 tratamientos por la fecundación in vitro (FIV), que concluye que la edad de las mujeres es la principal causa de los fracasos.

Según este trabajo, publicado por un grupo de investigadores y médicos australianos en el número de Diciembre 2018 de la revista Reproductive Biology, la edad del hombre no tiene efecto alguno ni sobre la tasa de embarazo ni la de nacimiento, a pesar de un deterioro significante de los resultados de espermiograma y otros análisis de esperma realizados en el laboratorio. Además, los autores observaron una bajada del éxito de la FIV realizados con óvulos de mujeres de edades avanzadas en comparación  con mujeres jóvenes, incluso si sus parejas eran hombres jóvenes.

Fin de la infertilidad masculina

Los avances de la FIV, en particular la introducción de la fecundación de los óvulos por la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), disponible desde el inicio de los años 1990, han acabado con la mayoría de los casos de la infertilidad masculina. Además, las mejoras progresivas de las técnicas de ICSI a lo largo de los años 1990 y 2000 han hecho posible la fecundación incluso en los casos de espermatozoides con la movilidad extremamente reducida o ausente y con anomalías morfológicas muy severas. El último obstáculo a superar era la fragmentación excesiva del ADN de los espermatozoides, ya resuelto según el doctor Jan Tesarik, director de la Clínica MARGen y coordinador de varios programa de investigación realizados en la Universidad de Granada, "hoy día -señala- disponemos de diferentes técnicas eficientes que pueden resolver este problema".

El doctor Tesarik, que logró los primeros nacimientos del mundo después de una fecundación de óvulos con espermátides provenientes de hombres sin espermatozoides, señala que "los datos del grupo australiano demuestran claramente que la fertilidad masculina natural sí que disminuye con la edad. Sin embargo, gracias al desarrollo de las técnicas de FIV, disponemos de métodos eficaces para resolver la mayoría de los casos de la infertilidad masculina, incluyendo los más difíciles, relacionados con un daño al ADN de los espermatozoides. El último reducto de la infertilidad masculina, la ausencia total de células germinales en los testículos, está en vías de solución. Por desgracia, aún no disponemos de métodos igualmente efectivos para paliar los efectos de la edad en las mujeres". 

El equipo del doctor Tesarik presentó a final del pasado año el protocolo CODE (Customized Oocyte Donation Enhancement), que permite alcanzar, mediante una selección de métodos diagnósticos y terapéuticos hechos a la medida de cada paciente, un embarazo en hasta el 80% de mujeres entre 40 y 50 años, pero sólo teniendo recurso a una donante de óvulos. Otro protocolo personalizado desarrollado por el equipo de Tesarik, CARE (Customized Assisted Reproduction Enhancement), presentado hace un año, permite optimizar los resultados con los óvulos propios de las pacientes, aunque con una probabilidad de embarazo por debajo de la alcanzada por el CODE. El doctor Tesarik también es autor de  la técnica de transferencia nuclear entre óvulos utilizada para los bebés de "3 padres" y actualmente coordina varios proyectos de investigación para mejorar las posibilidades de mujeres de edades avanzadas de procrear con sus propios óvulos.

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Gameto masculino destinado a la fecundación del óvulo.

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Es la célula sexual femenina que se origina en el ovario de la mujer. Los óvulos permanecen "dormidos" en el ovario desde la vida embrionaria para comenzar a madurar, un grupo cada 28 días, a partir de la pubertad. Son células grandes que contienen la mitad de los cromosomas y que, al unirse al espermatozoide, forman el cigoto o célula que contiene la mitad de la información genética del padre y la otra mitad de la madre.

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