Según indican los expertos, el sol y el mar pueden mejorar la dermatitis atópica. Por ello, se aconseja que el enfermo tome baños de sol de forma moderada, unos 20 minutos al día, siguiendo siempre las recomendaciones generales de protección solar, es decir, evitar las horas del mediodía, renovar el fotoprotector cada dos horas y beber líquidos de forma abundante.
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Además, la elección del fotoprotector debe ser cuidadosa y su empleo riguroso, siendo importante seguir algunos consejos fundamentales. En este sentido, se deben utilizar fotoprotectores especialmente indicados para pieles atópicas. Los expertos recomiendan comprar productos de calidad con garantía farmacéutica que posean un etiquetado claro y comprensible y que se ajusten al fototipo de cada paciente.
Es importante tener en cuenta que el fotoprotector no es un escudo total contra el sol. Por ello, no se debe utilizar para aumentar el tiempo de exposición solar de manera arbitraria. Las cremas fotoprotectoras deben cubrir tanto el espectro UVA como el UVB.
Por otro lado, debe aplicarse de forma generosa sobre la piel limpia y seca. Además, se debe evitar la aplicación previa de perfumes, cosméticos y maquillajes.
Por último, la crema solar se debe aplicar 30 minutos antes de la exposición al sol y reaplicar después de cada baño. Es aconsejable la utilización de un protector resistente al agua.
El verano, el sol y la playa pueden ser elementos muy positivos en el paciente atópico pero se debe ser cauteloso y no olvidar las medidas de higiene y cuidado de la piel específicas para este tipo de pacientes, que incluyen la hidratación, la limpieza suave y la ropa de vestir transpirable y de materiales naturales no alergénicos, como el algodón y el lino.
Es necesario recordar que la máxima "no existen enfermedades sino enfermos" advierte de que ningún consejo general puede sustituir la opinión del médico que trata al enfermo y que es él quien debe aconsejar sobre los baños de sol a cada paciente en particular.