En el futuro se podrán generar hígados con ayuda de impresoras 3D

Los esqueletos creados con impresoras 3D se repoblarán posteriormente con elementos celulares hepáticos, afirmó el doctor Rafael Bañares en una sesión de la Real Academia de Doctores de España
Se crearán sistemas artificiales de soporte hepático, con función similar a la diálisis en el campo renal y procedimientos de preservación del hígado que permitirán mantenerlo mientras se evalúa su idoneidad antes de trasplantarlo y aumentar hasta un 40 por ciento los trasplantes hepáticos
Bañares: "Habrá que prevenir la cirrosis, especialmente por depósito de grasa, que es una enfermedad de sociedades opulentas, y el hepatocarcinoma". A partir de un determinado umbral de gravedad, el riesgo asociado al trasplante de hígado se supera por el beneficio del procedimiento
Los trasplantes de órganos ahorran más del doble de lo que cuesta todo el sistema, según el doctor Rafael Matesanz

Sistemas artificiales de soporte hepático, con una función similar a la diálisis en el campo renal, procedimientos de preservación del hígado que permitirán mantenerlo mientras se evalúa su idoneidad antes de trasplantarlo, o la posibilidad de generar órganos a partir de esqueletos creados con impresoras 3D, que posteriormente se repueblen con elementos celulares hepáticos, son algunas de las expectativas del futuro del trasplante de hígado expresadas por el doctor Rafael Bañares Cañizares, vicedecano de la Calidad e Innovación de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Gregorio Marañón, durante la sesión "Trasplante orgánico", organizada por la Real Academia de Doctores de España (RADE).

"No existen hoy sistemas artificiales de soporte hepático, como es la diálisis en el campo renal; y está será una estrategia que se desarrollará en el futuro", advirtió Bañares antes de manifestar que "ayer, en nuestro centro se trató al segundo paciente hepático de Europa con un soporte hepático artificial basado en un aclaramiento de albúmina".

En el futuro, continuó Bañares, habrá que prevenir la cirrosis, especialmente por depósito de grasa, que es una enfermedad de sociedades opulentas, y el hepatocarcinoma. Será importante optimizar la valoración de los hígados que se donan, que actualmente se rechazan in situ de forma muy poco rigurosa, con una valoración superficial por biopsia. "Probablemente, los sistema de preservación ex vivo permitirán mantener estos hígados y evaluarlos a través de sistemas de perfusión monitorizados, que nos permitirán poner el hígado en una máquina para ver cómo se comporta en un sistema de perfusión normotécnica, valorar su idoneidad, analizarlo adecuadamente, biopsiarlo con tiempo e implantarlo con seguridad veinticuatro o treinta y seis horas después. Esta estrategia permitirá hacer un 30 o un 40 por ciento más de trasplantes de hígado".

Otra novedad, según Bañares, podrá ser la generación de órganos utilizando impresoras 3D, que permitieran crear esqueletos para ser repoblados con elementos celulares, como hepatocitos y otras células del hígado, que harán posible fabricar nuevos hígados; un proceso que ya se hace con hígados de cerdo.

Elijan un hospital que haga trasplantes

El trasplante es adecuado para cualquier enfermedad hepática aguda o crónica, el fracaso hepático fulminante o la enfermedad relacionada con la cirrosis; puede ser oportuno en enfermedades de base metabólica hepática con manifestación extrahepática y está indicado en complicaciones extrahepáticas. "Cualquier paciente con enfermedad hepática terminal cuya supervivencia esté por debajo del 50 por ciento a los cinco años puede tener indicación de trasplante", dijo Bañares.

El proceso de evaluación del paciente apto para el trasplante comienza por caracterizar rigurosamente su enfermedad para anticipar posibles riesgos. Hay que evaluar el peligro anestésico del enfermo, su función cardíaca y los análisis hepáticos y generales; detectar posibles neoplasias ocultas, hacer un estudio odontológico para evitar infecciones, evaluar la psicológica del paciente, su soporte social y su estado nutricional. "Es un proceso muy laborioso, por eso el trasplante dinamiza la actividad del hospital dado el carácter multidisciplinar del proceso", apuntó Bañares, antes de aconsejar que "si tienen que ir a un hospital por cualquier causa, les recomiendo un hospital trasplantador, por su capacidad técnica y coherencia de los equipos implicados".

Hasta un 10 por ciento de los pacientes en lista de espera no alcanza el trasplante por fallecimiento o por alguna dificultad que obliga a sacarlos de la lista. En los pacientes menos graves el riesgo de morir con el trasplante supera su beneficio. Por el contrario, apuntó Bañares, a partir de un determinado umbral de gravedad, el riesgo asociado al trasplante se supera por el beneficio del procedimiento. "En nuestro centro, al año de considerar un candidato a trasplante hepático, la supervivencia es del 81 por ciento, un indicador muy adecuado", añadió.

Bañares resaltó que la posibilidad de morir en la mesa de operaciones o de tener complicaciones intraoperatorias que condicionen la vida son extremadamente bajas, y el riesgo de infecciones ha descendido. La causa más importante de mortalidad, que años atrás era la recurrencia de la hepatitis C, ha desaparecido con el tratamiento antiviral de esta enfermedad. Los riesgos para el receptor de un hígado no terminan tras el trasplante, ni al mes, ni al año. Después hay que preocuparse de problemas cardiovasculares, que se incrementan; de problemas metabólicos, de insuficiencia renal, de tumores nuevos o de enfermedad ósea. "Por eso, el hepatólogo ha de dominar, no solo la enfermedad hepática, sino también numerosas complicaciones que pueden aparecer".

El hígado, segundo órgano más trasplantado

El trasplante hepático es el más complejo y requiere de la intervención de todo el hospital, señaló el doctor Rafael Matesanz, creador del sistema nacional de trasplantes, en la misma sesión de la RADE. Según el registro mundial de trasplantes, que por delegación de la OMS se mantiene en la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en Madrid, se hacen al año 126.000 trasplantes de órganos en el mundo. La mayoría son de riñón, con más de ochenta mil, seguidos de veintisiete mil de hígado y siete mil de corazón.

Matesanz anticipó, un día antes de que se hicieran públicos oficialmente, los datos de la actividad de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de 2017, según los cuales, España continúa siendo líder mundial en donaciones y trasplantes de órganos de manera ininterrumpida desde hace veintiséis años, con 46,9 donantes por millón de habitantes en 2017, que suponen 2.183 donaciones y, por primera vez, se han superado las 5.000 intervenciones, con 5.259 trasplantes.

La cuarta parte de los órganos proceden de una comunidad distinta a la de la donación, lo que significa que "ninguna comunidad autónoma, por sí sola, podría lograr los resultados que consiguen las diecisiete juntas, lo que hace del sistema de trasplantes un factor muy importante de cohesión de nuestro Sistema Nacional de Salud, y así debe seguir", afirmó Matesanz.

Los trasplantes ahorran más del doble de su coste

El coste de los trasplantes es fácil de valorar, según Matesanz. Un año de tratamiento en diálisis de un enfermo de riñón cuesta unos 50.000 euros en Europa occidental, con pequeñas diferencias entre países, más o menos lo mismo que el trasplante. Pero el segundo año y los sucesivos el coste cae notablemente y se empieza a ahorrar dinero, además de proporcionar mejor supervivencia y calidad de vida. España es el único país importante que tiene más enfermos trasplantados de riñón, más de tres mil, que en diálisis. "Ahorramos más del doble de lo que cuesta todo el sistema. Un ejemplo de coste/eficacia, no solo para salvar vidas, sino para gastar los recursos", destacó.

Matesanz negó que España sea la primera potencia en trasplante de órganos porque los españoles somos muy generosos. Según Eurostat, un 57 por ciento de españoles dicen que donarían sus órganos después de muertos, mientras que Suecia o Finlandia están por encima del 80 o del 90 por ciento, pero luego tienen la mitad de donantes efectivos. La percepción española sobre la donación no ha variado desde hace años, y los datos coinciden con los de las encuestas de la ONT. Luego, no hay relación directa ente predisposición y número de donaciones. Tampoco tenemos una ley peculiar, sino que es del mismo estilo que las demás, ni la estructura sanitaria es mejor que en otros países occidentales. "Lo importante es la efectividad del sistema, que es tremendamente eficaz", concluyó Matesanz.

En el Reino Unido la negativa familiar a la donación es de un 40 por ciento, frente a un 15 en España. Sin embargo, la negativa familiar de los británicos en España está entre un 8 y un 10 por ciento. "Quizá porque les tratamos mejor o porque el abordaje es mejor que el que hacen ellos", subraya Matesanz.

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