Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la hipertensión arterial es la primera causa de muerte en el mundo, con una prevalencia del 25% de la población. El consumo excesivo de sal es una de las principales causas de esta patología y además provoca la mitad de los infartos de miocardio y problemas cerebrovasculares.
Por ese motivo, la OMS recomienda que el consumo de sal no supere los cinco gramos diarios, ya que la reducción de un 15% de la ingesta de sal evitaría millones de muertes en el mundo. En España, el 80% de la población duplica el consumo de sal recomendado y con ello dispara el riesgo cardiovascular.
El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona está llevando a cabo una investigación para intentar determinar los mecanismos con los que los alimentos con sal producen una respuesta cerebral de placer y conseguir encontrar un sustituto natural de la sal. Encontrar este sustituto ayudaría a prevenir la hipertensión y las enfermedades del corazón relacionadas con esta patología.
Según explica el Dr. Jaume Kulisevsky, director de la investigación, intentan encontrar "la manera de engañar al cerebro para que la persona perciba el mismo gusto salado y sabroso que un alimento con más contenido en sal. La diferencia es que el nuevo alimento será mucho más sano".