Los cambios en el estilo de vida y en los hábitos alimenticios han condicionado un aumento espectacular de ciertas enfermedades, como la dermatitis atópica, que antes apenas eran conocidas por la población.
En las últimas dos décadas, esta enfermedad ha pasado a ser entre dos a cinco veces más frecuente a nivel mundial y, actualmente, se estima que entre el 5 y el 15% de la población padece esta inflamación de la piel que afecta a calidad de vida de los pacientes.
La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel que afecta al 20% de los niños de los países occidentales. Sus consecuencias se hacen sentir tanto desde la perspectiva sanitaria como social. Estos niños deben afrontar unos cuidados rutinarios algo complicados que se hacen necesarios de forma constante, y sus padres deben desembolsar cantidades económicas considerables para los tratamientos hidratantes y las cremas específicas.
Por ello, la actual crisis económica ha influido de forma importante en la calidad de vida de estos pacientes. El bajo poder adquisitivo de las familias y el alto coste de los productos indicados, ya que las cremas emolientes no están subvencionadas por la Seguridad Social a pesar de que son fundamentales para el tratamiento de estos pacientes, hacen que el tratamiento óptimo de esta enfermedad sea complicado en estos momentos.