Según ha manifestado el Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE) en el marco de la celebración del Día Nacional del Ictus, los pacientes que inician tratamiento fisioterapéutico dentro de la primera semana tras el ingreso hospitalario por un ictus presentan mejores resultados a largo plazo que aquellos que lo inician con posterioridad.
Según ha señalado José Manuel Brandi, vocal del CGCFE, "la fisioterapia tras un ictus debe iniciarse lo más rápidamente posible durante el ingreso hospitalario, una vez que el paciente se encuentre estable. A los tres meses, la situación neurológica se estabiliza y hasta los seis meses se considera que hay posibilidad de mejoría funcional".
Una vez se estabiliza el paciente, al cabo de dos a tres días, puede empezar el tratamiento fisioterápico, que consiste en recuperar la estabilidad del tronco y fuerza en las extremidades para poder mantenerse en pie y andar. Una vez conseguido esto, la fisioterapia se encamina a mejorar la calidad de vida del paciente mediante la recuperación de funciones de la vida cotidiana como el aseo, la alimentación y el vestirse.
La fisioterapia es un proceso limitado en el tiempo y orientado por objetivos, dirigido a permitir que las personas discapacitadas consigan un nivel funcional mental, físico y social óptimo, y a proporcionarles las herramientas para cambiar su propia vida.