El progresivo envejecimiento de la población sugiere que, en los próximos años, se incrementará la incidencia de la fibrilación auricular, hasta alcanzar el 23% entre los mayores de 65 años para el año 2026. Hoy en día, ya se ha observado una tendencia ascendente en la prevalencia de esta patología.
Por ello, se estima que la demanda de profesionales cualificados en fibrilación auricular que puedan responder a las necesidades sanitarias de estos pacientes será cada vez mayor. Con el fin de atender a esta demanda, el Instituto de Posgrado para Estudios de Medicina y Salud (IPEM) organiza un curso de formación para profesionales, que ha sido avalado por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
La fibrilación auricular es el tipo de arritmia más frecuente entre la población. Esta patología es la causa que más ingresos cardiológicos por arritmias provoca en la práctica clínica. Una arritmia cardiaca es una alteración en el ritmo de bombeo del corazón, que en el caso de la fibrilación auricular se traduce en latidos rápidos e irregulares.
Este trastorno se origina por un fallo en el impulso eléctrico del corazón, que es el que desencadena la contracción del músculo cardiaco para que bombee la sangre al resto del cuerpo. La irregularidad de este impulso es lo que provoca alteraciones en el ritmo de bombeo cardiaco, que carece de la fuerza de contracción de un corazón sano.
Uno de los mayores riesgos de esta patología es el infarto cerebral. La pérdida de fuerza del corazón provoca una contracción irregular que puede desencadenar un estancamiento de sangre, lo que origina coágulos. El desplazamiento de estos coágulos sanguíneos hasta el cerebro provocaría un accidente cerebrovascular.
El objetivo terapéutico en esta patología es el restablecimiento del ritmo normal del corazón, lo que habitualmente se consigue mediante terapia farmacológica, que también se utiliza para aplicar un tratamiento anticoagulante que reduzca el riesgo de problemas cardiovasculares.