Los españoles, de todas las edades, consumen más grasas que las recomendadas por los organismos internacionales, según un estudio ANIBES, realizado por la Fundación Española de la Nutrición. Según este informe, en todos los casos superamos el consumo recomendado de ácidos grasos en la aportación media diaria a la ingesta de calorías.
Si bien, la ingesta de grasas se relaciona casi siempre con el sobrepeso y también con la inflamación, su consumo, en las cantidades adecuadas, es esencial para la salud. Además de ser una fuente de energía y vitaminas liposolubles, las grasas tienen un papel fundamental en la composición y funcionalidad de las membranas celulares, participan en la formación de hormonas y otros componentes esenciales de nuestro organismo y desempeñan un papel fundamental en la regulación de las concentraciones de los lípidos sanguíneos y de sus moléculas de transporte, las lipoproteínas.
Más allá de nomenclaturas complejas, las principales fuentes de grasa en la dieta humana son los aceites vegetales y grasas animales, aunque también se hallan presentes en frutos secos, cereales y legumbres.
Saber lo que comemos
"En las dos últimas décadas, la modificación del estilo de vida y hábitos alimentarios en la sociedad occidental ha provocado un desequilibrio en el consumo de ácidos grasos, con un exceso de grasas saturadas, trans y omega-6, y un defecto de omega-3", comenta la doctora Irene Santacruz, Doctora en Farmacia y Nutrición en SYNLAB.
Este desequilibrio favorece el riesgo cardiovascular y genera un contexto de inflamación crónica, que a su vez aumenta el riesgo de muerte súbita, de accidente cerebrovascular, de depresión y de enfermedades neurodegenerativas, incluso de cáncer. "Afortunadamente -señala la doctora Santacruz- la corrección del desequilibrio en la ingesta de ácidos grasos a través de la dieta es una medida sencilla y eficaz para conseguir un estado óptimo de salud."
Grasas malas
Diversos estudios científicos indican que los ácidos grasos trans procedentes de los aceites vegetales parcialmente hidrogenados incrementan los factores de riesgo y los accidentes cardiovasculares. Asimismo, el consumo de estas grasas se ha asociado a un aumento del riesgo de muerte por enfermedad coronaria y muerte súbita cardiaca además de un mayor riesgo de que aparezcan componentes del síndrome metabólico o diabetes. Este tipo de grasas los podemos encontrar principalmente en alimentos horneados como galletas, bollería industrial, snacks, alimentos precocinados, productos fritos como patatas fritas u otros aperitivos, junto con helados, cremas y batidos.
Es importante tener en cuenta que, un desequilibrio entre las llamadas "grasas buenas", como los ácidos grasos omega-6 y los omega-3, también puede ser perjudicial para la salud, fomentando la inflamación.
En la actualidad no todos los tipos de grasas nocivas aparecen reflejados en las etiquetas de los productos que consumimos, por lo que quizá involuntariamente estamos ingiriendo grasas poco saludables sin ser plenamente conscientes.
Los test de grasas alimentarias permiten conocer los tipos de grasa que incluimos en la dieta, un primer paso para poder personalizar nuestra nutrición, evitando las grasas poco saludables. La prueba analiza los distintos tipos de ácidos grasos en la membrana de los eritrocitos y su resultado es representativo del consumo de grasas de los últimos tres meses.
El test está indicado para personas de cualquier edad que quieran personalizar su alimentación para optimizar su salud. También está recomendado para pacientes con enfermedades inflamatorias, con dolencia cardiovascular, dislipemias, hipertensión, síndrome metabólico, etc., así como en pacientes con alteraciones del estado de ánimo, de comportamiento o que sufran déficit cognitivo.