La ingesta de vitamina D en niños y adolescentes se sitúa por debajo de los niveles recomendados

Cada vez más, los especialistas recomiendan suplementar la dieta con vitamina D en aquellos casos en los que exista un riesgo de carencia especialmente en las etapas de crecimiento

Según la Encuesta Nacional de Alimentación en población infantil y adolescente de España (ENALIA), la ingesta de vitamina D en niños y adolescentes está por debajo de los valores medios recomendados. Este nutriente es necesario para el normal crecimiento y desarrollo de los huesos, por lo que su papel en la nutrición en las etapas de crecimiento es fundamental para la formación y mantenimiento de las estructuras óseas del cuerpo. También se sabe que ayuda al normal funcionamiento del sistema inmune.

Un 90% de la vitamina D se obtiene de los rayos solares que bañan nuestra piel y sólo el 10% procede de la alimentación. Para asegurar una adecuada ingesta se recomienda tomar el sol en rostro y brazos sin protección durante 10 o 15 minutos, e ingerir alimentos ricos en vitamina D entre ellos algunos pescados azules, la leche entera y la yema de huevo.

Sin embargo, los cambios en el estilo de vida, que nos hacen pasar menos horas expuestos a la radiación solar, y que en ocasiones es difícil que los niños coman de todo podrían ser las causas de los bajos niveles de vitamina D en niños y adolescentes.

Durante la lactancia también se considera que puede haber un mayor riesgo de déficit de vitamina D que en otras etapas de la vida, ya sea por un estado deficitario de la madre durante el embarazo, una escasa exposición solar o la introducción en etapas tardías de alimentos con una elevada concentración de vitamina D.

Ante esta situación, numerosas sociedades científicas recomiendan suplementar la alimentación de los bebés menores de 12 meses de edad con 400 UI de vitamina D al día, así como a los niños y adolescentes de mayor edad de los que se sospeche que pueden encontrarse en una situación de riesgo cuando no se obtenga la ingesta adecuada a través de la alimentación o de la exposición solar, especialmente en las etapas de crecimiento. Especialmente dos periodos pueden ser críticos en la obtención de la máxima mineralización del hueso: la etapa infantil (0-3 años) y la adolescencia. En los lactantes, la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda suplementar en vitamina D a los bebés menores de un año alimentados con pecho de forma exclusiva o que tomen menos de 1 litro diario de leches infantiles.

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