La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y el más expuesto a ataques del exterior, desde el daño producido por el sol hasta los efectos nocivos que la contaminación y otros agentes, como el estrés, acarrean en nuestra piel.
La piel actúa, no solo como una barrera física ante agresores, sino también como primera barrera inmunológica antes bacterias y gérmenes que aliviar el trabajo del sistema inmune central. Es decir, la piel tiene su propia inmunidad para protegerse frente a los agresores externos, factores que no solo debilitan la piel, sino que también dañan su apariencia.
La inmunidad ha sido y todavía es hoy en día, uno de los campos de investigación que más interés ha suscitado entre la comunidad científica. No en vano, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2011 fue concedido a una investigación en esta área (compartido entre Bruce Beutler y el francés Jules Hoffman, y el canadiense Ralph Steinman). El hecho de que existe una clara relación entre nuestro sistema inmunológico y nuestra salud en general, es ya por todos conocido. Lo novedoso es la recién descubierta interacción entre la apariencia de la piel y la condición de su sistema inmunológico.
En los últimos 20 años, un laboratorio japonés, Shiseido, ha centrado sus investigaciones en la «inmunidad de la piel», como un importante medio para garantizar la salud de la misma y su protección frente a las agresiones externas e internas que pueden ocasionar problemas dermatológicos, y cuya acumulación causa el envejecimiento.
"Recientemente se ha demostrado que las células de Langerhans, responsables de la inmunidad de la piel, se reducen con la edad y con los agresores externos, por lo que la piel pierde capacidad de autoprotección, lo que ocasiona deshidratación, irritaciones e incluso envejecimiento prematuro", explica el doctor José D. Domínguez Auñón, jefe de la unidad de Dermatología del Hospital del Henares.
El reto, activar la inmunidad de la piel
Para conservar la piel en perfectas condiciones, es importante mantener el equilibrio (homeostasis) del sistema inmunológico. Según el Dr. Domínguez Auñón: "Si el sistema inmunitario de la piel es débil, se producen infecciones; por el contrario, si actúa exageradamente, se desarrollan reacciones alérgicas. Ese equilibrio de inmunidad nos ayudará a tener una piel más resistente ante cualquier agresión, y por tanto a evitar esa serie de problemas cutáneos".
De ahí que la clave de la investigación se centrase en activar la inmunidad de la piel para que recuperase su nivel óptimo. Los científicos de Shiseido basaron sus estudios en las células de Langerhans, responsables de la inmunidad de la piel, es decir, de su autoprotección (ya que atacan y calman las señales de peligro que emite la piel ante las agresiones externas). La investigación concluyó en que la función de protección de las células de Langerhans se reduce con la edad y los agresores externos por lo que la piel queda más expuesta a daños, cuya acumulación produce problemas cutáneos y envejecimiento prematuro.
Una nueva era para la cosmética
Para dar solución a este problema, la investigación se tradujo en el desarrollo de un suero, único en el mercado cosmético, capaz de aumentar la capacidad de autoprotección de estas células. La pruebas in vivo realizadas dan como resultado el aumento de la capacidad de autoprotección de las células de Langerhans de la piel en un 64%.
Con este revolucionario descubrimiento, Shiseido abre una nueva era en la cosmética, creando el primer producto cosmético, Ultimune, capaz de atajar los problemas de la piel en su primer estadio, es decir, cuando se generan, realizando una función antiaging desde un ángulo de prevención jamás realizado hasta ahora en cosmética.