La inmunoterapia ha revolucionado el tratamiento del melanoma, pero su potencial va más allá de este tumor. Durante el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), que se celebrará en Madrid del 26 al 30 de septiembre, se presentarán los últimos datos de esta línea terapéutica en tumores considerados inmunogénicos –capaces de despertar la respuesta inmune-, como el melanoma o el cáncer renal, que también se está desarrollando en otros tumores que hasta ahora la clásica inmunoterapia no se ofrecía como alternativa terapéutica, como el cáncer de pulmón –tanto escamoso, como no escamoso-, o el cáncer de vejiga, esófago, gástrico o de colon.
Los expertos coinciden en que la inmunoterapia ha llegado al arsenal del tratamiento oncológico para quedarse: "Es una opción muy buena que se va a sumar a las que ya tenemos. Hasta ahora se había probado en monoterapia, pero ya se están haciendo combinaciones en varios tumores con otros tratamientos bien establecidos (quimioterapia o tratamientos biológicos) y, aunque es pronto, parece una opción muy complementaria a las que ya tenemos", apunta el doctor Josep Tabernero, jefe de Oncología Médica del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, y miembro del consejo ejecutivo de ESMO.
No obstante, habrá que salvar algunos escollos. Antes de que su utilidad se extienda a otros tumores, se tiene que mejorar el conocimiento de los mecanismos de acción o de potencial resistencia. "La capacidad de generar una respuesta inmune se basa en muchos factores, algunos conocidos y otros no. De entre los que empiezan a conocerse está el número de mutaciones, pero también se está buscando una ‘firma' que describa qué pacientes tienen mayor capacidad de reacción en función de sus diferentes poblaciones linfocitarias", explica el doctor Tabernero.
Para que la inmunoterapia funcione, "el sistema inmunitario del paciente tiene que reconocer el cáncer como algo que tiene que atacar y después no haber nada que limite la respuesta antitumoral", explica el doctor Antoni Ribas, director del programa de Inmunología Tumoral del Jonsson Cancer Center, en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
La llegada de los anti-PD-1
En melanoma, hoy sabemos "que en aproximadamente en un tercio de los casos de melanoma metastásico el sistema inmunitario no atacaba el cáncer porque el punto de control inmunológico PD-1 estaba bloqueado. Con la llegada de los anticuerpos anti- PD-1 estamos obteniendo respuestas duraderas en estos casos en que el PD-1 limitaba la respuesta inmune contra el melanoma", señala el doctor Ribas.
Para este especialista son los anticuerpos anti-PD-1 y anti-PD-L1 los que están dando un verdadero significado al concepto de inmunoterapia: "Hasta hace poco lo primero que pensábamos ante un paciente con melanoma metastásico era si tenía o no la mutación del BRAF para poder ofrecer tratamientos diana con inhibidores del BRAF. El problema de estos tratamientos es que funcionan muy bien al principio, pero luego el tumor se vuelve resistente en la mayoría de los casos. Ahora, lo primero que comprobamos es si podemos ofrecer un anticuerpo anti-PD-1 o anti-PD-L1, solo o en combinación. Con ellos se induce una respuesta antitumoral que implica al sistema inmune, y este tiene la capacidad de memoria a largo término. Es esta propiedad de la inmunoterapia, la de poder ofrecer respuestas antitumorales que duran años, lo que nos hace pensar que dentro de muy poco será el tratamiento inicial considerado en todos los pacientes con melanoma avanzado", explica el doctor Ribas.
Para este experto, "la inmunoterapia es una realidad que dentro de poco se convertirá en el tratamiento estándar del melanoma y de otros tumores y, en aquellos pacientes no predispuestos a responder, estudiaremos qué falla y desarrollaremos combinaciones efectivas también para ellos", concluye el doctor Ribas.