La aparición de la polipíldora cardiovascular supone un antes y un después en la prevención de eventos cardiovasculares de los pacientes que ya han sufrido un primer evento de miocardio, ya que es el primer medicamento que contiene en una única cápsula tres principios activos (atorvastatina, ácido acetilsalicílico y ramipril), facilitando al paciente el cumplimiento del tratamiento.
Esta ha sido una de las conclusiones expuestas por el Dr. José Mª Castellano, coordinador de investigaciones clínicas del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), durante su participación, hoy, en el XXVIII Congreso de la Sociedad Canaria de Cardiología y la Reunión de la Sección Nacional de Cardiología Clínica.
Este tratamiento innovador, comercializado bajo el nombre de Trinomia®, es fruto de una colaboración público-privada entre el CNIC y la compañía farmacéutica Ferrer.
Para el Dr. Castellano, a pesar de que está demostrado científicamente que la administración de los fármacos que recomiendan las guías terapéuticas podría reducir el riesgo cardiovascular de los pacientes hasta en un 50%, el uso de los mismos es todavía muy bajo a nivel mundial.
Detrás de estos datos se encuentra, entre otros motivos, la escasa adherencia terapéutica por parte del paciente, que tiene que tomar al día varios medicamentos.
La falta de adherencia al tratamiento, apunta el Dr. Castellano, es el origen de numerosas hospitalizaciones y de que el riesgo de fallecimiento de estos pacientes se incremente entre un 50 y un 80%.
La polipíldora, facilita el tratamiento a los pacientes que han sufrido un evento cardiovascular, ya que favorece la adherencia terapéutica, dando respuesta a una necesidad básica no cubierta. De esta forma, mejora la calidad de vida y la seguridad de los pacientes con riesgo cardiovascular y supone un valor añadido para los sistemas de salud de todo el mundo.
Origen de la polipíldora
La idea de una estrategia basada en la polipíldora fue propuesta por varios expertos a comienzos del presente siglo. El Dr. Valentín Fuster, director del CNIC, tomó la decisión de desarrollar una estrategia de prevención cardiovascular secundaria durante una visita a Rusia. Como él mismo recuerda, en aquel viaje preguntó a sus colegas rusos sobre el consumo de la medicación necesaria tras un infarto en este país. Su respuesta: su uso no era rutinario en la práctica clínica.
Pronto se vio que juntar tres principios activos en uno podría influir en la mejora del cumplimiento terapéutico por parte del paciente: por lógica, el consumo diario y de por vida de un medicamento era más fácil para los pacientes que el de tres. Se ponía así de manifiesto que la polipíldora mejoraba la adherencia terapéutica, reduciendo consecuentemente la ocurrencia de otros eventos y los costes asociados.
Así, años después, y ya como presidente de la Federación Mundial del Corazón, el Dr. Fuster consideró que la polipíldora era una buena forma para promover la prevención secundaria cardiovascular. Para su desarrollo y posterior comercialización, el Dr. Fuster requería de un laboratorio que le apoyara. Finalmente, fue la compañía farmacéutica Ferrer la que apoyó al CNIC en este proyecto, iniciando así un ejemplo de colaboración público-privada paradigmático en nuestro país, que ha fructificado en la aprobación de este novedoso medicamento.