El auge de las dietas proteicas durante los últimos meses en España ha creado un continuo debate sobre su efectividad y las consecuencias en el estado de salud de quienes las llevan a cabo. Existe cierta desconfianza hacia este tipo de dietas debido a la multitud de tratamientos propuestos y al desconocimiento de las especificidades de cada uno. En este contexto es importante hacer una diferenciación entre las denominadas normoproteicas calibradas y las hiperproteicas.
Las dietas normoproteicas se realizan con productos calibrados, es decir, productos especiales fabricados específicamente con la cantidad de proteínas que el cuerpo necesita pero eliminando la mayor parte de las grasas y azúcares. Al tratarse de una dieta estricta, es importante realizarla siempre bajo la supervisión de un médico que la adaptará a las necesidades y características de cada persona. Aparte de estos productos (sobres, barritas, etc.), la dieta será complementada con los micronutrientes necesarios (sodio, potasio, magnesio, vitaminas, etc.) con el fin de mejorar la salud del paciente y asegurar que no haya ningún déficit.
Las dietas hiperproteicas de origen animal se realizan con alimentos de gran valor proteico (carnes y pescados). Se consumen más proteínas de las que el cuerpo necesita y se ingieren una gran cantidad de grasas, lo cual puede conllevar riesgos para la salud como, por ejemplo, problemas cardiovasculares. Además, al no realizar ningún tipo de suplementación de micronutrientes se generarán ciertos déficits en el organismo que pueden acarrear efectos secundarios.
Una dieta estricta de este tipo necesita, de manera imprescindible, la supervisión de un profesional de la medicina que determinará si el paciente es apto para realizar el tratamiento mediante una historia clínica detallada, una atenta exploración clínica y una analítica previa. Además, es de vital importancia hacer un seguimiento médico durante la realización de la dieta para evitar posibles efectos secundarios que pueden afectar al desarrollo de la dieta y poner en peligro la salud del paciente.
Por otro lado, el seguimiento médico de las dietas favorece la reeducación alimentaria ya que el médico enseña al paciente qué comer, a qué hora y con qué finalidad para que al terminar la dieta adquiera unos buenos hábitos alimenticios que ayuden a que se puedan mantener los kilos a largo plazo.