La toxina botulínica, posible tratamiento para la vejiga hiperactiva en la enfermedad de Parkinson

Es sabido que determinados trastornos neurológicos pueden dar lugar a alteraciones en la función urinaria.

Este es el caso de la vejiga hiperactiva, es decir, una incontinencia urinaria de urgencia, en personas con enfermedad de Parkinson. Habitualmente, este trastorno es tratado con anticolinérgicos, fármacos que actúan inhibiendo los espasmos de la vejiga de manera eficaz, pero que tienen efectos secundarios indeseables, particularmente en los ancianos.
 

Recientemente se ha llevado a cabo en Italia un estudio en el que se ha probado el uso de toxina botulínica, fármaco más conocido por su utilización para corregir las arrugas faciales, en el tratamiento de la vejiga hiperactiva en enfermos de párkinson. En concreto se ha utilizado la toxina botulínica de tipo A, de la que se inyectaron 100 unidades a ocho pacientes, de los que siete eran mujeres (este trastorno es más frecuente en mujeres), que fueron seguidos durante un periodo de seis meses.
 

Este tratamiento dio lugar a una menor frecuencia de las micciones tanto durante el día como durante la noche y a una reducción de los episodios de incontinencia urinaria. Igualmente mejoró la calidad de vida de los pacientes. Estos resultados son prometedores, pero deberán ser confirmados en estudios con un mayor número de enfermos.
 

También en esta línea de nuevas indicaciones para la toxina botulínica, la Administración Americana de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés), la Agencia Federal de los Estados Unidos de América que regula estos dos ámbitos, ha aprobado recientemente el uso de la toxina botulínica para el tratamiento de la vejiga hiperactiva en pacientes que presentan este trastorno a causa de enfermedades como la esclerosis múltiple o lesiones medulares. Esta nueva indicación de la toxina botulínica ha recibido idéntica aprobación por parte de las autoridades sanitarias europeas.

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