La microbiota intestinal está adquiriendo en los últimos años una gran importancia en el estudio de las causas de numerosas patologías. Cada vez más, la evidencia científica señala que algunos hábitos, como el sedentarismo o la dieta, pueden causar alteraciones en esta población de bacterias que puebla el sistema digestivo humano, influyendo en la aparición de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes o ciertos tumores.
Con el objetivo de analizar las novedades más recientes publicadas sobre este tema, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), organiza en el marco de su XXXVII Congreso Nacional, que se celebra los días 23-25 de noviembre en Zaragoza, varias mesas redondas sobre el tratamiento de la diabetes tipo 2 y una sesión dedicada a la relación entre la microbiota y esta patología, en las que diferentes expertos en la materia debatirán y abordarán estas cuestiones.
Como explica el Dr. Ricardo Gómez Huelgas, vicepresidente 2º de la SEMI y ex coordinador del Grupo de Diabetes y Obesidad de la sociedad, "se calcula que los humanos somos portadores de unos mil millones de bacterias intestinales, distribuidas en miles de especies diferentes que, en conjunto, pesan alrededor de 1,5-2 kilos en un adulto medio". Un peso similar al del hígado o el cerebro.
La mayor parte de estos microorganismos que habitan en el sistema digestivo se establecen en el momento del parto, por transmisión de la flora bacteriana materna. Sin embargo, un gran número de factores ambientales (como el sedentarismo, la dieta, el abuso de antibióticos, un exceso de higiene…) también pueden influir en la composición de la microbiota. En los últimos años, explica el Dr. Gómez Huelgas, existe un creciente interés sobre cómo esas alteraciones de la microbiota pueden provocar "endotoxemia e inflamación crónica" implicados en el desarrollo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, patologías cardiovasculares o cáncer.
De hecho, algunos estudios científicos han demostrado diferencias en la composición de la flora bacteriana de personas sanas o con diabetes tipo 2. También se ha observado que la dieta mediterránea rica en fibra, así como el consumo moderado de vino tinto "mejoran la composición de la microbiota, mientras que las dietas ricas en grasas saturadas y azúcares refinados aumentan la proporción de microorganismos intestinales nocivos que generan un estado proinflamatorio", explica el representante de la SEMI.
Este especialista, jefe de servicio de Medicina Interna del Hospital Regional Universitario de Málaga, recuerda también que algunos estudios, tanto en animales como en humanos, sugieren que el trasplante de microbiota intestinal de personas sanas a pacientes con obesidad o resistencia a la insulina "contribuye a que los sujetos obesos pierdan peso o mejoren su perfil metabólico".
En este sentido, el grupo del doctor Francisco Tinahones, director de la UGCI Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, participa en un estudio multicéntrico europeo para analizar precisamente la eficacia del trasplante de microbiota en pacientes con obesidad. En la actualidad también se están llevando a cabo diversos ensayos clínicos en todo el mundo para tratar de identificar a los pacientes con diabetes con mayor disbiosis o alteración de su microbiota intestinal, "que podrían ser tratados con una combinación de antibióticos y probióticos, o sólo con estos últimos, para lograr un mejor control metabólico de su enfermedad", apunta el Dr. Gómez Huelgas.
Aunque aún queda mucho por investigar en este terreno, los internistas recomiendan "maximizar el consumo de alimentos ricos en fibra (con alto contenido en prebióticos), para los pacientes con diabetes tipo 2 como parte indispensable de una dieta sana y de perfil antiinflamatorio", apunta el Dr. Gómez Huelgas, vicepresidente 2º de la SEMI.
"Los internistas estamos muy involucrados en el manejo de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer entre otras", apunta el especialista. "Para nosotros es importante la actualización en los mecanismos patogénicos que comparten estas enfermedades, como es el caso de la microbiota intestinal. Los grandes retos a resolver en los próximos años serán no sólo dilucidar los mecanismos patogénicos implicados, sino estudiar cómo podemos manipular la microbiota para prevenir y tratar la obesidad, la diabetes tipo 2 y las comorbilidades asociadas", concluye.