Según muestra un estudio realizado en la Universidad de Edimburgo (Escocia) y publicado en la revista European Heart Journal, la emisión de pequeñas partículas químicas por los tubos de escape puede aumentar el riesgo de ataques al corazón.
Los investigadores midieron el impacto de los gases emitidos por los tubos de escape en voluntarios sanos para compararlos con los niveles de ciudades muy contaminadas y comprobaron cómo reacciona el cuerpo humano a los gases que se encuentran en el humo del diésel, el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, y a las partículas químicas ultrafinas de los tubos de escape.
Los científicos observaron que las partículas ultrafinas producidas cuando se quema la gasolina son dañinas para los vasos sanguíneos y pueden aumentar la formación de coágulos sanguíneos en las arterias, pudiendo llegar a dar lugar a un ataque de corazón o a un derrame cerebral.
Esta investigación, financiada por la Fundación Británica del Corazón, mostró que las partículas minúsculas, y no los gases, causan el deterioro de la función de los vasos sanguíneos que controlan cómo la sangre se canaliza a los órganos del cuerpo.