Desde hace ya 40 años, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. En una época en la que el cuidado personal está cobrando más importancia que nunca, llevar una alimentación saludable se ha convertido en una herramienta fundamental para sentirnos bien tanto por dentro, como por fuera. En este sentido, numerosos estudios presentan evidencias científicas muy sólidas en cuanto a los beneficios que algunas dietas, como la Mediterránea, aportan a nuestra salud.
Gracias a productos como el Aceite de Oliva Virgen Extra, las hortalizas, vegetales y legumbres, este tipo de alimentación ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes u otros problemas cardiovasculares. Y, además, si de algo podemos presumir en nuestra Dieta Mediterránea, es del alto contenido de alimentos fermentados que encontramos en ella: yogures, quesos, pan, encurtidos o bebidas fermentadas como la cerveza, que forman parte de nuestra mesa y de nuestros hábitos de consumo. De hecho, aproximadamente, un 30% de los alimentos que forman nuestra dieta son fermentados, siendo los más comunes los lácteos (yogures, queso), los encurtidos o los panes de masa madre.
Las más antiguas civilizaciones ya elaboraban alimentos y bebidas fermentadas con el propósito de mejorar las características organolépticas de las materias primas, incrementar su seguridad alimentaria, y acrecentar el bienestar que proporcionaban. Así, numerosas inscripciones egipcias o sumerias ya recogían los procesos de elaboración de productos fermentados como el pan o la cerveza.
Y lejos de reducirse su consumo, la demanda de este tipo de productos está más en auge que nunca gracias a los múltiples beneficios que nos proporcionan: desde la mejora de la digestibilidad y características nutricionales del alimento, hasta el aporte de microorganismos probióticos y componentes prebióticos, tan necesarios para favorecer la salud intestinal.
Día Mundial de la alimentación: el consumo de alimentos y bebidas fermentadas
La fermentación de alimentos, en un sentido amplio, se puede definir como la transformación de éstos por los microorganismos y por las enzimas que producen. "Los alimentos y bebidas fermentadas se elaboran a partir de materias primas y procedimientos muy diferentes, de manera que son muy numerosos y diversos", indica el Prof. Humberto Martín Brieva del departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "Teniendo esto en cuenta, nos podemos hacer una idea de la gran variedad de productos fermentados que podemos disfrutar: desde derivados de cereales, legumbres, vegetales y carne, hasta yogures, quesos o bebidas fermentadas como la cerveza, el vino o la sidra", precisa.
Al respecto, el Prof. Martín Brieva explica que, en el caso concreto de la cerveza, el proceso de fermentación es todo un ejemplo de cómo las levaduras son las auténticas protagonistas, marcando su estilo, sabor y propiedades: "A partir de ingredientes naturales que contienen vitaminas y minerales, además de ser fuente de compuestos bioactivos como los polifenoles, hace que el consumo siempre moderado y en el marco de una Dieta Mediterránea pueda ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares o neurodegenerativas", añade.
No obstante, el experto destaca que el consumo excesivo de estas bebidas es perjudicial para la salud y que su ingesta debe ser valorada, de forma opcional y siempre moderada, en adultos sanos y no embarazadas dentro de un estilo de vida saludable.
Finalmente, el Prof. Brieva recalca que, ante la evidencia científica sobre los beneficios que los alimentos fermentados tienen en la salud, sería positivo contar con más recomendaciones específicas y legislaciones con indicadores concretos de lo que puede considerarse una dosis relevante de fermentados. "Estos alimentos representan una parte considerable de las dietas humanas y, aunque su impacto en la salud sí es percibido de forma positiva, falta todavía una evaluación científica que, de manera oficial, presente criterios específicos sobre su consumo", matiza el Prof. Martín Brieva.