Al caminar o al permanecer de pie, el peso del cuerpo es soportado por el talón y la zona plantar del antepié, donde la piel es más gruesa para resistir la presión. Cuando esta presión se intensifica, tiende a aparecer hiperqueratosis (durezas o callosidades).
Estas durezas pueden ser síntomas de un problema subyacente (deformidades óseas, una forma determinada de andar o el uso de un calzado inadecuado). Sin embargo, en otros casos, están provocadas por la tendencia natural de algunas personas a desarrollarlas debido a su tipología de piel.
Los podólogos aconsejan tratar este tipo de complicaciones a través del raspado moderado con piedra pómez y de la aplicación de una crema hidratante y nutritiva adecuada, puesto que la hidratación se encarga de que la piel mantenga su elasticidad.
Según un estudio realizado por la compañía Johnson & Johnson, la aplicación diaria de cremas hidratantes con base de glicerina en los pies muestra ser efectiva en la mejora de los talones agrietados y con tendencia a la sequedad.