Los nuevos fármacos para el tratamiento del cáncer renal han incrementado la superviviencia de los pacientes

El cáncer de riñón representa el 3% de todos los tumores y afecta aproximadamente dos veces más a hombres que ha mujeres. La supervivencia global de esta patología a 5 años se sitúa cerca del 60%
Hace 40 años los estudios de cirugía aislada solo conseguían medianas de 7 meses de supervivencia; ahora la secuenciación terapéutica actual es capaz de proyectar medianas de supervivencias cercanas a los 30 meses

El cáncer de riñón ha sido considerado durante décadas una neoplasia de no alta incidencia, cuyo tratamiento quirúrgico era la única forma eficaz de controlar la evolución fatal de los pacientes. Representa el 3% de todos los tumores, siendo el carcinoma de células claras el más frecuente (del 60 al 70%). Es aproximadamente dos veces más frecuente en hombres que en mujeres y la edad media de incidencia corresponde a la década de los 60. Se estima, además, que es responsable de la muerte de 95.000 personas al año en el mundo. El hallazgo incidental u ocasional de los tumores renales en pacientes asintomáticos ha pasado a ser de un 13% en la década de los setenta a un 60% en los noventa, lo cual ha permitido que la supervivencia global de esta patología a 5 años se sitúe cerca del 60%. En España, en el año 2002 fallecieron 1.470 pacientes por cáncer renal, lo que constituye el 1,5% de la mortalidad oncológica.

El tratamiento del carcinoma de células renales (CCR) se ha modificado en gran medida en los últimos años. Avances recientes en el conocimiento de la biología molecular del carcinoma de células renales han permitido identificar algunas vías de señalización que parecen jugar un papel relevante en la progresión de estos tumores. En este sentido, se sabe que las vías de regulación de los procesos de angiogénesis están alteradas en la mayoría de los tumores renales de origen familiar y en gran parte de los esporádicos. Las evidencias que sustentan el uso de terapia anti–VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular) provienen de varias fuentes. En los años 90 se describió el papel de la proteína VHL (von Hippel–Lindau) en el control del factor inducible por hipoxia alfa (HIF) en condiciones de normoxia además de la inducción de VEGF, TGF-alfa (factor de crecimiento transformante) y PDGF (factor de crecimiento derivado de plaquetas) por parte del  HIF-alfa. Cuando hay una mutación o delección del gen de VHL (como ocurre en un 70% de los casos de cáncer renal de células claras) se acumula HIF-alfa y, en consecuencia, se liberan factores proangiogénicos (VEGF), incluso en condiciones de normoxia, además de TGF-alfa y PDGF que estimulan el crecimiento de forma autocrina.

En los últimos años hemos asistido a la aparición de nuevos agentes antiangiogénicos, especialmente los inhibidores multiquinasas, que van dirigidos contra objetivos clave en la génesis y mantenimiento del cáncer renal. Todos estos agentes han sido estudiados en profundidad demostrando una importante actividad y beneficio clínico, así como una buena relación eficacia/toxicidad en los pacientes que los reciben.

En primera línea  tres opciones terapéuticas se mantienen hoy en día como alternativas eficaces en el control de la enfermedad. Sunitinib, pazopanib y la combinación de bevacizumab e interferón. En segunda línea, everolimus y la próxima incorporación de axitinib se postulan como las referencias de tratamiento en este contexto; tiendo en cuenta que continúan ocupando su lugar terapéutico tanto temsirolimus (fármaco de elección en el cáncer renal metastásico con criterios de mal pronóstico) y sorafenib.

Como consecuencia de la incorporación paulatina de estos fármacos, hemos sido capaces de cambiar la historia natural. Si hace 40 años los estudios de cirugía aislada como herramienta terapéutica sólo era capaz de lograr medianas de 7 meses de supervivencia; la secuenciación terapéutica actual es capaz de proyectar medianas de supervivencias cercanas a los 30 meses.

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