La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), aprobada en 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cumple el 20 de noviembre su veinticinco aniversario. Como es lógico, se realizarán numerosas valoraciones, desde diferentes perspectivas, por parte de distintos expertos y profesionales, para tratar de llegar a alguna conclusión sobre lo que ha significado este Tratado internacional en el cumplimiento de los derechos de la infancia y adolescencia en todo el mundo. Probablemente, habrá unanimidad en considerar que se puede hablar de un antes y un después de la CDN, al haberse producido un avance significativo en el intento de poner los derechos de niños, niñas y adolescentes en un primer plano de la agenda política, con los consiguientes progresos que eso significa, y también unanimidad en considerar que todavía se está lejos de una verdadera implementación de la CDN y que el cumplimiento efectivo de esos derechos sigue siendo una utopía en demasiadas ocasiones.
Una de las consecuencias más importantes que ha tenido la CDN es establecer un marco de referencia obligada al hablar de derechos de la infancia y adolescencia, un marco que ha sido asumido tanto por las administraciones como por las organizaciones que trabajan para el bienestar de la infancia. Eso significa que se emplean los mismos términos y se entienden las mismas consideraciones y, por tanto, se puede dar pasos concretos y consensuados a la hora de identificar las prioridades sobre las que realizar los esfuerzos y, sobre todo, destinar recursos, tanto humanos como materiales.
La ratificación prácticamente universal de la CDN, y lo que supone su carácter vinculante, ha supuesto que en numerosos Estados se hayan producido importantes avances, al menos desde el punto de vista teórico, en lo que se refiere a elaboración o adaptación de textos normativos dirigidos a la defensa y protección de los derechos de los menores. En estas leyes destaca el cambio de visión de los menores como sujetos de derecho en lugar de objeto de protección.
En España, se puede afirmar que la CDN ha tenido un impacto notable. Desde la ratificación en 1990, se han promulgado normativas de gran calado como es el caso de la Ley de Protección Jurídica del Menor, en 1996, que incorpora a la propia CDN en nuestro ordenamiento jurídico, con todas sus consecuencias. Se han producido progresos tanto a nivel estatal como a nivel autonómico o local. Se han elaborado leyes autonómicas de derechos de la infancia, Planes autonómicos de atención a la infancia, creación de Defensorías del menor, de Consejos municipales de infancia, ... numerosas actuaciones entre las que merece la pena citar la aprobación del primer Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia (2006-2009). Ahora bien, los retos pendientes están ahí y no son pequeños. Un ejemplo es el desarrollo, ejecución y evaluación de ese Plan Estratégico Nacional en el que se intenta abarcar, a partir de las numerosas aportaciones recibidas, todas aquellas situaciones que pueden afectar el cumplimiento de los derechos de los menores, desde la exclusión social a la salud mental o la educación entre otras muchas.
Una de las organizaciones más significativa en la defensa y promoción de los derechos de la infancia es UNICEF. Esta organización contribuyó de manera decisiva en la elaboración de la CDN. Organizaciones de defensa y protección de la infancia, como la Sociedad Española de Pediatría Social(SEPS) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria(SEPEAP) tienen a la CDN en la base de su trabajo.
UNICEF señalan actualmente las siguientes prioridades para el cumplimiento de los derechos de los menores:
- Supervivencia y desarrollo de la primera infancia.
- Educación básica e igualdad entre géneros.
- Lucha contra el VIH/SIDA.
- Protección infantil.
- Presupuestos, leyes y políticas públicas a favor de la infancia.
Sin duda, el desarrollo de los esfuerzos de gobiernos, organizaciones de defensa y protección de la infancia e individuos en las citadas prioridades contribuirá a la consolidación y aumento de los avances conseguidos. La medida de estos avances también se podrá valorar a partir del grado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio cuyo impacto en la infancia debe ser enorme. A día de hoy, aunque se conocen datos positivos, también es cierto que será necesario incrementar los esfuerzos para aspirar a un resultado verdaderamente digno, en 2015, sobre el grado de cumplimiento de esos Objetivos. Para ello, hoy día la CDN continúa siendo un instrumento imprescindible, más aún en la situación de crisis económica global que vivimos y cuyas repercusiones en el cumplimiento de los derechos de la infancia son un riesgo evidente en todos los países del mundo.