En España, aproximadamente un tercio de la población pediátrica, que incluye niños y adolescentes, tiene algún trastorno del sueño, que favorecen las complicaciones en el sistema cardiovascular y metabólico. Así lo han destacado los expertos reunidos en Sevilla con motivo de la XX Reunión Anual de la Sociedad Española del Sueño (SES).
En concreto, los expertos advierten de que si no se trata de forma eficaz a los niños o adolescentes que presentan trastornos del sueño como ronquidos o apneas de sueño se produce un aumento del riesgo cardiovascular, ya que cada apnea finaliza con un ronquido, una reducción de la saturación del oxígeno en la sangre y taquicardia. Además, la falta de sueño favorece la aparición de obesidad, diabetes mellitus, un crecimiento más lento de lo normal y alteraciones en el comportamiento y rendimiento cognitivo de los pequeños. Habitualmente los niños que duermen mal se vuelven muy inquietos, irritables y no prestan atención.
Los especialistas también han abordado los trastornos del movimiento durante el sueño como uno de los problemas que más pueden condicionar la calidad de vida de los niños y adolescentes. "Estos trastornos afectan en la medida en que provoquen interrupciones frecuentes del sueño. Los despertares, o microdespertares, secundarios a los movimientos periódicos en las piernas, los movimientos rítmicos relacionados con el sueño o el bruxismo acaban desencadenando una excesiva somnolencia diurna, fatiga y déficit de atención provocados por la excesiva fragmentación del sueño y, consecuentemente, por la privación crónica del sueño", ha concretado la Dra. Milagros Merino, miembro de la Sociedad Española del Sueño.
El insomnio comportamental es el trastorno del sueño más frecuente en la infancia. Los niños con este trastorno presentan problemas en la conciliación del sueño y despertares habituales que dificultan el descanso nocturno. "En líneas generales, este trastorno se puede prevenir con unas adecuadas medidas de higiene del sueño, que deben seguir tanto padres como niños, como establecer rutinas fijas a la hora de acostarse (baño y pijama), cenas ligeras, mantener unos horarios habituales, reducir al mínimo el consumo de televisión, o ignorar las peticiones de atención que realizan los pequeños cuando no logran dormirse, entre otras pautas", detalla la Dra. Merino.