Los urólogos europeos identifican cinco líneas de futuro para la cirugía robótica

Las mujeres se pueden beneficiar de la cirugía robótica para solventar los problemas de suelo pélvico.
Cada vez más cirugías complejas se llevan a cabo a través de una única microincisión (puerto único).
La microcirugía robótica abre nuevas posibilidades para la reversión de la vasectomía y para el trasplante renal.
El uso de fluorescencias permite ver en pantalla qué zonas están afectadas por el cáncer, facilitando la extirpación de los tumores.
La extirpación de los ganglios linfáticos, muy frecuente en cáncer, también puede ser más precisa con la cirugía robótica.

La XII reunión de la Sección de Urología Robótica de la Asociación Europea de Urología, que se celebra en el Palacio Euskalduna de Bilbao del 15 al 17 de septiembre bajo el nombre de ERUS 2015, ha acogido una mesa redonda sobre técnicas emergentes de cirugía robótica. En la cita colaboran Osakidetza, a través del Hospital Universitario Cruces, y Grupo IMQ, a través de la Clínica IMQ Zorrotzaurre de Bilbao, con sus profesionales y con la realización de doce cirugías en directo entre los dos centros hospitalarios.

En este sentido, los doctores que se encuentran al frente de la organización del evento científico, Antón Arruza, y Jesús Padilla, del Hospital Universitario Cruces, junto a José Gregorio Pereira y Ander Astobieta del cuadro médico de IMQ, todos ellos, especialistas en Urología, han apuntado las cinco principales áreas emergentes en este campo.

Así, han señalado la cirugía robótica contra los problemas de suelo pélvico en mujeres, la realización de cirugías complejas mediante una única microincisión (puerto único), la microcirugía robótica aplicada a la reversión de la vasectomía y al trasplante de riñón, el uso de fluorescencia que marcan los tumores para facilitar su extirpación en casos de cáncer y, por último, la cirugía robótica de vasos linfáticos.

Cirugía robótica contra los problemas de suelo pélvico en mujeres

La patología del suelo pélvico femenina ha experimentado un auge en los últimos años. Aunque se trata de una patología no maligna, el impacto de los prolapsos de órganos pélvicos (cistocele, prolapso uterino, rectocele) asociados a problemas miccionales (incontinencia urinaria, urgencia en las micciones) o defecatorios (estreñimiento, incontinencia fecal) suponen un severo deterioro de la calidad de vida de las pacientes que lo sufren. De igual modo, los avances en el tratamiento farmacológico, en la rehabilitación del suelo pélvico y en las técnicas quirúrgicas han experimentado una evolución sin parangón.

El mejor entendimiento de la fisiopatología del deterioro de los sistemas de soporte de los órganos pélvicos y de los trastornos anatómicos asociados ha impulsado el diseño de nuevas técnicas que permiten la reconstrucción integral de los defectos del suelo pélvico. Y es aquí donde la técnica de sacrocolpopexia con mallas, realizada por laparoscopia, aporta soluciones con la mínima agresión al paciente. Dado que es una cirugía compleja reconstructiva para realizarse por laparoscópica, la aportación de la cirugía robótica encuentra un ámbito excelente de desarrollo, al facilitar los procedimientos de sutura, anudado y reconstrucción.

Cirugías complejas a través de una única y mínima incisión

La tendencia creativa de la cirugía ha pasado desde el abordaje con incisiones generosas (cirugía abierta), hacia la cirugía laparoscópica mínimamente invasiva y, en la actualidad, a la revolución de la cirugía robótica.

En el afán de reducir a la mínima expresión la agresión quirúrgica al paciente se plantea el abordaje por un sólo orificio (puerto único). No obstante, la falta de espacio, el choque entre instrumentos y la larga curva de aprendizaje de los cirujanos para dominar esta modalidad ha dificultado su implementación.

Es en este escenario donde el avance imparable de la tecnología en general, y de la cirugía robótica en particular, aporta ventajas al permitir realizar la cirugía por un solo orificio (puerto único) con instrumentos que se articulan en el interior del paciente. Esta técnica supera los inconvenientes previos de la laparoscopia convencional, permitiendo acortar esa larga curva de aprendizaje y facilitando los procesos quirúrgicos con la mínima invasión. Sólo determinados modelos de sistemas de cirugía robótica pueden llevar a cabo esta técnica del puerto único.

Revertir la vasectomía con cirugía robótica

Según han señalado los urólogos del Hospital Universitario Cruces y de la Clínica IMQ Zorrotzaurre que se encuentran al frente de ERUS 2015, en la cirugía urológica existen procedimientos reconstructivos que implican la necesidad de disponer de sistemas de visión magnificada para facilitar su realización. La vasovasostomía (la técnica que permite revertir la vasectomía) y la epididimovasostomía como técnicas de repermeabilización posterior a la vasectomía, se han realizado con lentes de aumento en aras a garantizar una adecuada sutura. Conviene recordar que se trata de volver a unir un conducto orgánico con una luz de, únicamente, medio milímetro. Determinados sistemas de cirugía robótica disponen de una visión 3D magnificada (10 aumentos) y unos instrumentos articulados que permiten realizar una microcirugía de alta precisión.

En el mismo contexto, pero en un escenario diferente, se encuentra la facilidad de la cirugía robótica para garantizar unas excelentes suturas entre vasos sanguíneos, tal y como se precisa en el trasplante renal. Cualquier escenario quirúrgico que precise magnificación (microscopio) y precisión se beneficia sin duda de la contribución tecnológica que supone la cirugía robótica.

Los tumores (y sólo los tumores) se vuelven fluorescentes

La posibilidad de identificar en tiempo real las estructuras anatómicas durante la cirugía es, sin duda, una de las aspiraciones de la cirugía moderna. Uno de los últimos avances en la cirugía robótica es la posibilidad de ver marcados con un color fluorescente las estructuras anatómicas afectadas por un tumor y, de ese modo, preservar las zonas sanas, distinguiendo lo que se debe extirpar de lo que es necesario conservar. Para ello, se emplean contrastes que, estimulados por infrarrojos, emiten una fluorescencia; fluorescencia que es posible ver en el monitor de trabajo de algunas consolas de cirugía robótica (tecnología FireFly —luciérnaga—).

En este aspecto, destaca la oportunidad de identificar los márgenes de los tumores renales y los vasos sanguíneos del riñón; y con ello, realizar una cirugía conservadora de nefronas más precisa. De este modo, se consigue extirpar un tumor renal preservando al máximo la unidad renal y su correspondiente funcionamiento.

Y también en los ganglios linfáticos

En otro escenario, la tecnología FireFly permite la identificación de los ganglios linfáticos y su localización, para garantizar una extracción más extensa y segura. El abanico de posibilidades en el futuro con diferentes contrastes es esperanzador, apuntan los expertos del Hospital Universitario Cruces y de la Clínica IMQ Zorrotzaurre.

La extirpación de tumores vesicales, renales, prostáticos y peneanos conlleva, además de la extirpación total o parcial del órgano implicado (vejiga, riñón, próstata o pene), la necesidad de extirpar los ganglios linfáticos cercanos.

Los ganglios linfáticos son uno de los primeros lugares donde las células tumorales "escapan" del órgano principal afectado por el tumor. Por ello, la realización de linfadenectomías (extirpación de los ganglios linfáticos afectados) extensas y completas es sin duda uno de los objetivos del cirujano para poder tratar con más garantías los casos seleccionados donde sea preciso.

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