La epidemia de la soledad es una realidad cada vez más presente en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes. Este fenómeno tiene implicaciones significativas en su salud mental, afectando aspectos tan importantes como la autoestima y favoreciendo el desarrollo de trastornos como la ansiedad y la depresión.
La falta de habilidades para gestionar las emociones, las expectativas sociales y profesionales y la transición a la vida adulta favorecen que las generaciones más jóvenes desarrollen mayor ansiedad y estrés y una sensación de falta de pertenencia, lo que, a su vez, provoca que sean especialmente vulnerables a la soledad. Según el nuevo estudio Cigna International Health, la generación Z y los millennials son los más propensos a sentirse excluidos (46 % y 43 %, respectivamente) y sin compañía (49 % y 44 %), lo que impacta directamente en la salud mental. De hecho, los jóvenes que se sienten solos suelen tener niveles de autoestima más bajos. A esto se suma que las redes sociales han cambiado la forma en que las personas se relacionan, sobre todo en las generaciones nativo-digitales, quienes, incluso, han sustituido las interacciones cara a cara por conexiones digitales, lo que genera una sensación de soledad. Hay que tener en cuenta que la relación entre soledad y salud mental es directa y bidireccional y, de hecho, las personas que padecen algún tipo de trastorno de salud mental tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de experimentar soledad, tal y como muestra el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada. Además, aquellos que reportan síntomas de ansiedad o depresión son un 89,2 % más propensos a sentirse solos.
"La epidemia de la soledad en los jóvenes es un fenómeno complejo que merece atención urgente. No es simplemente un estado temporal de aislamiento, sino algo que está afectando profundamente a la salud mental y emocional de esta generación. La soledad, cuando se experimenta de manera crónica, está estrechamente vinculada con el desarrollo de una serie de trastornos mentales graves, como la depresión, la ansiedad y el estrés. En muchos casos, la falta de apoyo emocional puede llevar a un círculo vicioso: la soledad se intensifica, la autoestima disminuye y la salud mental se deteriora aún más. Es crucial entender que la soledad es una sensación profunda de desconexión, que puede ser tan perjudicial como cualquier otro factor de riesgo para la salud mental", apunta la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.
Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, los expertos facilitan cinco estrategias para combatir la sensación de soledad y evitar que impacte en la salud mental de estas generaciones:
- Equilibrar el ON & OFF digital. El uso excesivo de dispositivos electrónicos -ya sea en redes sociales o para ver series, películas o hacer compras online- puede provocar una desconexión de la realidad y reducir las interacciones personales, esenciales para el bienestar emocional. Pasar demasiado tiempo frente a una pantalla puede alimentar la sensación de soledad y aumentar la ansiedad y el estrés, ya que muchas de estas actividades son solitarias y pasivas. A largo plazo, puede limitar las habilidades sociales y aumentar la dificultad de mantener relaciones significativas, lo que refuerza la soledad. En este sentido, limitar el uso de dispositivos electrónicos para realizar actividades en el mundo real es clave para reducir la dependencia digital y promover interacciones reales.
- Descubrir una pasión y compartirla. No tener una pasión o interés que motive y conecte con otros puede hacer que los jóvenes se sientan vacíos o desconectados, lo que aumenta la sensación de soledad y el riesgo de desarrollar depresión. La falta de interés en algo significativo reduce las oportunidades de compartir experiencias con personas afines, lo que favorece el aislamiento social. Para evitar esto, es fundamental explorar hobbies o actividades que generen interés y bienestar personal, y practicarlos en compañía de otras personas a través de clubs, talleres o grupos online. Esto ayuda a crear una red de apoyo social y emocional, promoviendo el sentido de pertenencia y reduciendo la sensación de soledad.
- Trabajar el JOMO. En la era digital, es común experimentar el FOMO (Fear of Missing Out) o miedo a perderse eventos o experiencias sociales que otros comparten en redes sociales. Esto puede aumentar la ansiedad social y generar un sentimiento constante de insatisfacción y soledad. Sin embargo, es importante aprender a disfrutar el JOMO (Joy of Missing Out), o la alegría de perderse algunas actividades para enfocarse en el bienestar personal. Aceptar que no es necesario estar en todo y aprender a disfrutar el tiempo a solas o con actividades individuales puede ayudar a reducir la presión social y aumentar el bienestar emocional.
- Desarrollar el autoconocimiento. No conocerse a uno mismo puede generar frustración y ansiedad al no saber cómo manejar emociones complejas, lo que contribuye a la desconexión emocional con los demás y a la baja autoestima. Practicar el autoconocimiento a través de la reflexión personal, la escritura en un diario o actividades como la meditación, permite identificar patrones emocionales, fortalezas y áreas de mejora, lo que a su vez facilita las interacciones sociales. Al comprenderse mejor, es más fácil conectar de manera genuina con los demás, lo que refuerza las relaciones auténticas.
- Practicar el sentido de comunidad. La falta de conexión con una causa o comunidad puede llevar a una vida más individualista, lo que eleva el riesgo de experimentar depresión y sentimientos de inutilidad, aislando aún más a los jóvenes de las relaciones significativas. En este sentido, involucrarse en un voluntariado, como apoyar a personas mayores, cuidar el medio ambiente, o trabajar con animales, no solo proporciona un propósito y sentido de satisfacción, sino que también permite conocer a otras personas con valores similares, fomentando un sentido de comunidad y conexión. Además, mejora la salud mental al generar una sensación de contribución y pertenencia.