Aunque la proporción de nuevos diagnósticos en España de coinfección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la hepatitis C se ha reducido en los últimos años, sigue habiendo un porcentaje muy importante de pacientes con VIH que presentan una infección activa por la hepatitis C.
El manejo del paciente coinfectado se basa en dos pilares: el tratamiento antirretroviral para el VIH y el tratamiento de la hepatitis C
De hecho, según ha destacado el Dr. Juan Antonio Pineda, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital Universitario de Valme (Sevilla), "aproximadamente el 30 % de los pacientes con infección por el VIH presentan también una infección activa por el virus de la hepatitis C".
La razón de la disminución en la prevalencia de la coinfección se debe, fundamentalmente, a un cambio en los patrones de transmisión del VIH. Según ha explicado el Dr. Pineda, "hace 15 años la mayor parte de los pacientes infectados por VIH que llegaban a nuestras consultas eran usuarios o antiguos usuarios de drogas intravenosas. Actualmente, la mayor parte de los pacientes nuevos que llegan hasta nosotros han adquirido el VIH por vía sexual y, de esta manera, es mucho más difícil que el virus de la hepatitis C se transmita".
El manejo del paciente coinfectado se basa en dos pilares: el tratamiento antirretroviral para el VIH y el tratamiento de la hepatitis C. Según ha indicado el Dr. Pineda, "la infección por VIH acelera la progresión de la infección por hepatitis C, lo que hace que el paciente evolucione muy rápidamente a cirrosis y que pueda llegar a fallecer por fallo hepático precozmente. Esto nos obliga a plantear estrategias para reducir la progresión de la enfermedad hepática que provoca el virus de la hepatitis C".