El abordaje de los trastornos del crecimiento es un campo en el que aún queda mucho por descubrir, desde las causas hasta cómo mejorar la adherencia al tratamiento de los pacientes. Sobre ello han hablado los asistentes a la Reunión del Grupo Andaluz de Endocrinología Pediátrica (GAEP), que Merck ha celebrado en Cádiz este fin de semana.
Por eso, la investigación en los trastornos del crecimiento se antoja fundamental, y dentro de ella destaca el abordaje de "posibles indicaciones de la hormona de crecimiento, es decir, el hallazgo de nuevas alteraciones en las que la hormona pueda ser de utilidad", explica uno de los coordinadores de la reunión, el doctor Pablo Ruiz, médico adjunto de Endocrinología Pediátrica en el Hospital Puerta del Mar, de Cádiz. "El crecimiento es un eje complejo, y cada año se descubren nuevas piezas del puzle del hipocrecimiento". De hecho, "las alteraciones del crecimiento no solo hablan de enfermedades específicas de regulación del crecimiento sino de otras que afecten al crecimiento (enfermedades óseas, genéticas…)", según el otro coordinador de la reunión, el doctor Alfonso Lechuga, de la Unidad de Endocrinología Pediátrica del Hospital Puerta del Mar, de Cádiz, así como profesor de Pediatría en la Universidad de Cádiz.
Entre esas piezas del puzle se encuentra la causa de los trastornos del crecimiento: "En muchas ocasiones se diagnostica talla baja idiopática, pues no alcanzamos a conocer el motivo del fallo del crecimiento", añade el doctor Ruiz. Es necesario descubrir la causa fisiológica de la talla baja para poder iniciar el mejor tratamiento para el paciente. "Cuando el crecimiento se ve afectado secundariamente por otra enfermedad, lo importante es diagnosticarla y solucionarla cuando sea posible, para recuperar el crecimiento y la salud", explica el doctor Lechuga.
Cumplir el tratamiento
Una vez el tratamiento se ha establecido, es fundamental la adherencia y su monitorización: "No hay peor tratamiento que el que no se hace. En ocasiones, si un tratamiento no está dando resultado, se puede interrumpir o modificar la dosis pensando que no está siendo efectivo, cuando en realidad lo que está fallando es la adherencia", afirma el doctor Ruiz. El tratamiento con hormona de crecimiento se administra una vez al día, 6-7 días a la semana. "Si se pierden dosis, se pierde potencial de crecimiento, sobre todo en la pubertad, que es cuando más falla la adherencia, ya que los padres del paciente no están tan pendientes como cuando el paciente es más pequeño, y esto puede llevar a perder parte del estirón puberal", según el doctor Lechuga.
Por este motivo, el doctor Lechuga cree que es importante tener en cuenta la posibilidad de monitorización del cumplimiento a la hora de tomar la decisión sobre el mejor tratamiento en determinados pacientes: "No basta con monitorizar la dispensación sino que es necesario contar con dispositivos que nos permitan monitorizar la administración de la mejor forma posible".