Once claves sobre el calzado barefoot para saber si es adecuado o no para la salud de nuestros pies

Respeta la anatomía del pie evitando deformaciones, permite el movimiento de toda la cadena muscular y ósea de los pies y la propiocepción.

Debido a que en los últimos años cada vez es mayor la tendencia a utilizar calzado barefoot o respetuoso con los pies, el Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) ha elaborado un decálogo respondiendo a cuestiones básicas para poder conocer sus beneficios o inconvenientes atendiendo a la salud de los pies.

"Aunque el calzado barefoot ahora parece que es un moda, la realidad es que responde a la forma de calzarnos ancestralmente. Lo único que sucedió es que las marcas de zapatos y zapatillas introdujeron en sus líneas de negocios las tendencias, y la forma original de vestir los pies fue cambiando poco a poco a diseños que no han contemplado su autonomía ni han sido creados para promover su salud. Hablamos por ejemplo de aquellos que no permiten todo el movimiento del pie, los tacones altos, las suelas excesivamente gruesas o plataformas, o las puntas afiladas, entre otras opciones", ha explicado Jorge Escoto, podólogo y miembro de la junta directiva del ICOPCV.

"Ahora estamos tomando conciencia sobre este asunto y la importancia de que el calzado respete la anatomía de nuestros miembros inferiores, el problema es que con los años, nuestros pies se han ido adaptando a esas hormas poco respetuosas y pasar de un tipo de calzado a otro requiere una transición para que se adapte todo el sistema de movimiento corporal y no padecer enfermedades o alteraciones biomecánicas", ha asegurado.

Según se ha indicado desde el Colegio, éstas son 11 claves que pueden ayudarnos a conocer mejor el calzado barefoot y saber si puede ser una opción apropiada o no en nuestro caso:

  1. Antes de realizar el cambio de calzado tradicional a uno respetuoso con los pies, es muy importante que un podólogo realice un estudio biomecánico de nuestra pisada y analice otros aspectos como nuestros antecedentes de patologías en los miembros inferiores, el tipo de trabajo y actividad deportiva que realizamos, para valorar si podrá haber una buena adaptación al nuevo calzado o no.
  2. El calzado respetuoso con los pies favorece la propiocepción y permite que el pie reconozca el terreno que pisa y así estimular el sistema muscular y nervioso y adaptar la postura corporal a cualquier tipo de condición con la que se encuentre.
  3. El ancho del calzado barefoot disminuye las presiones y fricciones sobre los dedos. Esto es clave porque evita malformaciones como, por ejemplo, los dedos en garra.
  4. Su suela es muy flexible, esto permite que el pie en cada paso obtenga todo su rango de movilidad.
  5. Como la suela es completamente plana, ayuda a que la musculatura posterior de la pierna no se acorte, como sucede cuando se usa de forma frecuente zapatos con tacones elevados.
  6. Hay que tener en cuenta que pasar de un calzado tradicional a uno barefoot conlleva unos meses de adaptación para evitar molestias o lesiones.
  7. Está absolutamente contraindicado para personas que padecen diabetes porque en ellos es común padecer neuropatías, falta de sensibilidad en los pies. Como el calzado barefoot tiene una suela muy fina, cualquier cuerpo extraño puede penetrar con mayor facilidad y producirles una laceración o punción en la planta del pie que, debido a la neuropatía, no detectarían. Esto se puede agravar porque suelen tener problemas de cicatrización y una herida puede derivar en úlceras o tener consecuencias más complejas.
  8. Tampoco se recomienda para personas con problemas vasculares, como la enfermedad de Raynaud, porque como el calzado barefoot es muy fino no produce adaptación climatológica y podría agravar los síntomas de este tipo de enfermedades.
  9. Las personas que tienen los pies muy cavos y practican running, tampoco son idóneas para este tipo de calzado porque como su suela no amortigua, puede generar una fractura de estrés en algún hueso metatarsiano.
  10. Otro dato a tener en cuenta, es que laboralmente no cumple las normativas de protección porque ni la puntera ni la suela son protegen los pies de los agentes externos. Esto significa que una persona que por su profesión necesite un calzado de protección laboral, necesitará mayor tiempo para adaptarse al calzado barefoot porque lo máximo que podrá utilizar al día el calzado respetuoso son 8 horas al día, teniendo en cuenta que 8 horas utiliza calzado laboral y 8 horas deberían destinarse al descanso.
  11. La durabilidad de este tipo de calzado es menor porque el grosor de su suela es menor y por tanto incrementa la rapidez del desgaste.

"En conclusión, podemos decir que el calzado barefoot es aconsejable para cuidar la salud de nuestros pies, pero hay que tener en cuenta dos cuestiones: que no es una opción válida ni buena para todas las personas, ni es aconsejable pasar a utilizarlo directamente si siempre hemos optado por un calzado tradicional. En este caso, si queremos hacer la transición, lo recomendable es hacerlo con el asesoramiento de un profesional de la Podología", concluye Escoto.