La nefropatía es una de las complicaciones más graves de la diabetes por su irreversibilidad y por el peligro asociado a la insuficiencia renal que supone. Según se informa desde el Instituto de Posgrado de Estudios de Medicina y Salud, aunque no todos los pacientes diabéticos desarrollan nefropatía (lo hacen un tercio de ellos), las estimaciones sobre el incremento de la incidencia y prevalencia de la diabetes auguran un incremento equivalente del número de afectados por esta complicación.
El paciente desempeña un papel clave para prevenir el desarrollo de nefropatía diabética
La nefropatía diabética se inicia cuando el paciente lleva entre 10 y 15 años conviviendo con la diabetes. Aún se desconocen de forma exacta cuáles son los factores responsables de esta complicación, aunque se sabe que la presión arterial desempeña un papel esencial. Además de la hipertensión, la susceptibilidad o predisposición genética también tiene un papel clave en la aparición de esta dolencia.
Existen diferentes tratamientos para retrasar el avance de la nefropatía y, por tanto, el daño renal. Los expertos destacan, en este sentido, el control de la presión arterial con medicamentos, el consumo de una alimentación saludable y la realización de ejercicio físico de manera regular.
En los casos en los que la nefropatía ha progresado hasta estados avanzados puede llegar a ser necesario un tratamiento con diálisis y, en los casos de enfermedad renal terminal, un trasplante de riñón.
El diagnóstico rápido y el control de los síntomas de la diabetes son objetivos claves para conseguir prevenir el desarrollo de nefropatías y otros problemas asociados a la diabetes. En este correcto control, desempeñan un papel fundamental, a parte de los profesionales médicos, los propios pacientes.