Los bebés requieren desde su nacimiento de la madre, de su presencia y de su cuerpo. Además, si están enfermos u hospitalizados, necesitan que los profesionales sanitarios que les atienden sean capaces de interpretar lo que necesitan y lo que les pasa, de detectar y responder a sus señales de forma oportuna, de inferir estados mentales (intenciones, deseos, pensamientos y emociones) a partir de la observación de su comportamiento.
"El desarrollo del apego seguro está directamente relacionado con la sensibilidad parental. Esta etapa es muy sensible e importante", afirma Maria Emilia Dip, psicóloga clínica perinatal del Programa de Salud Mental Perinatal del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, que participará el próximo martes 5 de noviembre en el seminario Psicopatología del posparto II: el bebé, organizado por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal. En el mismo se abordará la importancia de la observación del bebé como herramienta para el establecimiento del vínculo, así como la trascendencia de éste en etapas posteriores de la crianza y en la vida adulta.
Durante el seminario, Dip estará acompañada por Ibone Olza, psiquiatra infantil, que añade que los bebés "son superdotados de la comunicación emocional, ya que pueden percibir los estados emocionales de las personas que les rodean con gran habilidad y reaccionar a los mismos de manera acorde". En ese sentido, Olza destaca la necesidad de que los recién nacidos sean escuchados "en todo momento" y la importancia de que los profesionales sanitarios "les hablen, les nombren, les expliquen y les avancen si les tienen que hacer alguna exploración, intervención o si tienen que separarlos de su madre". Para la directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal la formación en observación de bebés "debería ser imprescindible" para todos los profesionales que les atienden, ya que conlleva ser conscientes de que "el ritmo y el tiempo de los bebés es mucho máslento y delicado, que el lenguaje es otro, que se comunican de forma muy eficaz si son escuchados y que sufren enormemente si son ignorados o si sus intentos de comunicación son rechazados".
De la misma opinión es María Emilia Dip, para quien es "de una relevancia indiscutible" la importancia de que todos los profesionales sanitarios que atienden o trabajan con bebés tengan una formación en "observación de bebés" para identificar e interpretar sus señales, ya que éstas ofrecen claves importantes para su bienestar y salud. En ese sentido, explica que una vez que se ha generalizado el conocimiento de que no se puede separar la diada madre‐bebe y de que el abordaje conjunto es lo más saludable, es momento de tomar más consciencia de la necesidad de ponerse en la piel de bebé, de conocer sus necesidades, de saber cuál es su umbral de tolerancia a los diferente estímulos, cuáles son sus necesidades reales.
"Heidelise Als, directora de estudios de neuroconducta infantil del Hospital de Niños de Boston, nos dice que el comportamiento del recién nacido es el medio de comunicación siempre observable y la ruta de acceso a la voz del bebé. Aprender a escuchar esta voz aumenta la compresión del bienestar y el buen funcionamiento del neonato. Si aprendemos a observar a los bebés y generamos ese aprendizaje en los padres, algo que en ellos es una tendencia natural, podremos integrar la observación de forma más consciente y generar un abordaje más ecosistémico del grupo familiar", afirma María Emilia Dip.
El "revolucionario" programa NIDCAP
La observación es importante en cualquier bebé nacido a término, pero lo es especialmente en el caso de los prematuros, ya que desde el momento en que un bebé ha de continuar su crecimiento uterino fuera del útero materno "nos enfrentamos a una situación muy crítica en el desarrollo de este bebé, de su madre y del resto de la familia, lo que implica un estrés muy elevado para todos, también para los profesionales que han de actuar desde la urgencia y la inmediatez".
Para la psicóloga clínica perinatal del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, la tecnología (incubadoras, monitores, respiradores artificiales, etc.), necesaria como herramienta principal, "pone una barrera para la crianza inmediata y entorpece el establecimiento del vínculo", por lo que es necesario "generar una intervención lo más adecuada posible para cada bebé y su familia en particular y, de esta forma, propiciar un entorno lo más seguro para un neurodesarrollo lo más adecuado posible del bebé". De esta forma, señala Dip, se podrían prevenir las secuelas, tanto físicas como emocionales, que podrían producirse en un bebé que comienza de la vida estando privado de los cuidados afectivos básicos.
En ese camino se posiciona el Programa de Evaluación y Cuidado Individualizado del Desarrollo del Recién Nacido (NIDCAP), que hoy ya cuenta con profesionales formados en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, y en los Hospitales Vall d'Hebron y Santa Joan de Déu de Barcelona. Para María Emilia Dip, se trata de un "modelo revolucionario" de cuidados del recién nacido que promueve un cambio en el sistema de atención.
"Refiere una transformación de la tarea orientada en protocolos hacia otra fundamentada en la evaluación comprensiva del comportamiento del bebé basada en la observación y la evidencia, lo que favorece el desarrollo en las relaciones integrando a la familia, tanto en los bebés hospitalizados como en la transición a casa", argumenta.
El NIDCAP, para la experta, supone un "cambio de paradigma" en el funcionamiento de los sistemas y en la formación de los profesionales de la salud, ya que se pasa del protocolo al cuidado individualizado, de la incubadora al cuerpo de los padres. Para Dip esto va a suponer "un cambio amplio" en las unidades neonatales "enfocado en el cuidado y apoyo del ambiente físico y social, el cual está basado en la continua lectura y adaptación de cada señal de comportamiento del bebé. Esto lleva a un plan individualizado del cuidado, tanto desde las fortalezas como desde las vulnerabilidades del bebé".
Según María Emilia Dip, existe "numerosa, sólida y consistente" evidencia científica de que la aplicación del programa NIDCAP proporciona mejoras en la función pulmonar, en el desarrollo de la alimentación y en la reducción de la estancia hospitalaria, así como un mejor funcionamiento del neurocomportamiento, neurofisiologico y neurofuncional, del bebé y una mejor vinculación de la familia con éste, ya que también mejora la capacidad de los padres y la satisfacción del personal sanitario. El programa NIDCAP, según explica Dip, propone observaciones de los bebés durante veinte minutos antes de interactuar con sus cuidadores, durante la interacción con ellos (alimentación, cambio de pañal, etc.) y durante los veinte minutos posteriores a la interacción con el cuidador.
"Las observaciones repetidas en el tiempo nos dan información acerca del desarrollo y de las fortalezas de bebé, a la vez que con ello se integra al cuidador y se aprovecha al máximo el cuidado que el bebé recibe. Todo ello es recopilado en un informe con las fortalezas, debilidades, umbrales de estrés y los esfuerzos por autorregularse que muestra el bebé, de forma que esta información proporciona la base para la interpretación de los objetivos actuales del niño, así como sugerencias para los cuidados y para la adaptación de su entorno con el fin de mejorarla, de fortalecer al niño y de reducir las conductas de estrés", detalla.
La información, que se recoge en el informe, está disposición de todos los profesionales sanitarios encargados del acompañamiento del bebé y de los padres, lo que según María Emilia Dip, facilita a los progenitores "tener más conocimientos sobre su hijo y aumentar la seguridad en los cuidados".