Los expertos alertan de que también conlleva un riesgo de desequilibrio nutricional

Suprimir el gluten sin supervisión médica aumenta la probabilidad de diabetes de tipo 2

En Estados Unidos, el 30 % de la población ha dejado de consumir gluten sin ser celíaca y en Europa se ha extendido la percepción de que es perjudicial. En cambio, los investigadores alertan de que no es conveniente eliminarlo sin supervisión médica, porque a su vez se podrían suprimir otros micronutrientes beneficiosos para el organismo. En el peor de los casos, aumentan las probabilidades de desarrollar diabetes de tipo 2 o de sufrir algún desequilibrio nutricional.

El gluten se ha convertido, junto con la lactosa, en uno de los alimentos más demonizados de la última década. En el caso del gluten, como mínimo, las afirmaciones no tienen rigor científico. «No hay ninguna evidencia que demuestre que el gluten es perjudicial para la salud, en términos generales o a largo plazo», afirma Pilar Garcia Lorda, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. «Es necesario un diagnóstico médico que justifique su exclusión», añade.

Diabetes de tipo 2 y desequilibrio nutricional

Un estudio de investigadores de Harvard publicado por la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, AHA) establece que las personas que, sin ser celíacas, dejan de ingerir gluten, tienen un 13 % más de probabilidades de tener diabetes de tipo 2 que las que consumen productos con gluten de forma generalizada.

«El estudio apunta que los individuos en observación que hacían una dieta libre de gluten consumían menos productos ricos en fibra procedentes de los cereales y que este es un factor que contribuye a la prevención de la diabetes de tipo 2», matiza Alicia Aguilar, profesora los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.

«La dieta, pues, debe ser equilibrada. A menudo, cuando se restringe el consumo de gluten, también se eliminan lácteos y otros grupos de alimentos. Si esto no se compensa, puede desembocar en dietas con un exceso de proteínas o hidratos de carbono simples», asegura Anna Bach, profesora del máster de Nutrición y Salud de la UOC.

Mitos

En los últimos años, las dietas libres de gluten se han asociado a un estilo de vida saludable, entre otros aspectos porque parte de la población occidental cree que adelgazan. «A menudo, buscamos otorgar beneficios exagerados a productos o dietas. Y, en este caso, ha sido así. La dieta sin gluten se ha mitificado y se le han atribuido mejoras en la condición física o bien en la pérdida de peso. Sin embargo, por ahora no hay ninguna evidencia científica de que exista una relación causal entre eliminar el gluten y la pérdida de peso», afirma Aguilar.

De hecho, Laura Esquius, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, recuerda que, en general, el gluten que se consume nos llega por vía de productos ultraprocesados y poco recomendables, en vez de cereales enteros, como el arroz o el pan integral. «Mucha gente pierde peso porque deja de consumir alimentos ultraprocesados», indica.

Por lo tanto, si no existe ninguna reacción adversa relacionada con el consumo de alimentos que contienen gluten, los médicos recomiendan seguir las indicaciones asociadas con la pirámide de alimentación saludable y la dieta mediterránea, que indican que hay que consumir cereales (arroz, pan, pasta...) a diario y mejor si son integrales. «En nuestra cultura el trigo es el cereal habitual y, de hecho, es uno de los símbolos de la tríada de la dieta mediterránea», afirma Anna Bach.

Celiaquía: un trastorno infradiagnosticado

La patología más conocida relacionada con el gluten es la celiaquía. El 1% de la población occidental la padece; en España, 450.000 personas. Sin embargo, se estima que hay más celíacos sin diagnosticar. Hay que distinguir la celiaquía de la alergia al trigo, así como de la sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC). Este último trastorno se ha detectado recientemente y se calcula que afecta a entre el 2% y el 6% de la población.

A diferencia de la celiaquía, la SGNC se relaciona no solo con desórdenes gastrointestinales, manifestaciones sistémicas, sino incluso con enfermedades de tipo inflamatorio o autoinmune, o de ambos tipos a la vez, diferentes de la enfermedad celíaca.

«Cada vez más, la tendencia a eliminar el gluten de la dieta se extiende entre la población afectada, lo que conlleva una evolución positiva de los síntomas y una mejor calidad de vida. La SGNC es un trastorno relevante y aceptado por la mayoría de la población, pero actualmente no existen suficientes estudios científicos como para determinarlo de forma estricta en quien lo padece», explica Garcia Lorda.

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